La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
628 LA VERDAD DESNUDA mucho valimiento, la noticia, que en la actualidad ejercita el mis– mo abominable vicio". "Cuando transitó por Lampa y Ayaviri hizo azotar a su pre– sencia, en la plaza de este pueblo a la mujer de un indio principal, y a un cacique; por lo que estuvo expuesto a amotinarse aquel ve– cindario, de donde extrajo un indio para desterrarle a un obraje. Y desde Lampa despachó más de 50 soldados a prender dos religio– sos de San Francisco, que burlaron sus prevenciones con la resis– tencia y con la fuga. En el Cuzco destinó también una parte de milicianos para el arresto de Don Justo Martínez, Cura de Yauri, con tal estrépito, que agregando a esta tropa una multitud de clé– rigos, estuvieron prontos a cumplir la orden al medio día; mas no pudieron. verificarlo, porque aún no había llegado a aquella ciudad el tal eclesiástico". "A su ingreso en el Cuzco precisó a los Prebendados y Regido– res a que llevaran alternativamente las varas del palio, para intro– ducirlo en la iglesia desde el cementerio, sin embargo de resistirlo las leyes tan expresamente. En jujuy pretendió que su cabildo practicase lo mismo; pero no condescendieron sus individuos, ale– gando fundadamente que esta ceremonia solamente debía practicar– se con los Señores Virreyes. El atropellamiento ejecutado, última– mente, por el mismo Reverendo Obispo con Don José Castañeda, Contador de las Rentas de Temporalidades en el Cuzco, ha sido tam– bién escandalosísimo; mas considerando a Vuestra Excelencia bien informado de él, me contento con apuntarlo". "Todos estos atentados son horrendos, pero los excede mucho el que acaba de practicar con las monjas catalinas del Cuzco, digno verdaderamente de ocupar lugar en la Historia. Empeñado el Re– verendo Obispo en que en el capítulo celebrado por estas religiosas eligiesen para Priora una parienta suya, que después de haber vi– vido escandalosamente prostituída en dicha Ciudad, tomó el hábito, hará cosa de diez años, persuadiendo por sí y por interpósitas per– sonas a las vocales para el efecto; pero éstas por no agraviar el mé– rito de otras religiosas más antiguas y más dignas, se negaron a tan ínj usta solicitud". "Para lograr su intento el Obispo, con el mayor estruendo, hizo cercar el Convento de un cuerpo de milicianos que, con bayoneta armada, alternaban con tanta vigilancia, como pudiera la tropa más veterana en los ataques de una plaza importante. Y quebrantando la clausura, introdujo en el mismo monasterio un crecido número
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