La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
LA VERDAD DESNUDA 639 y obscurecer la información de la vida y costumbrs del Cura, y de los bienes de la Iglesia, que a prevención mía se estaba recibiendo a causa de grave descubierto por su reprobada conducta." "El poderoso brazo de Vuestra Excelencia se ha extendido siem– pre a castigar las insolencias cometidas contra la Iglesia, por lo que espero que su notoria justificación y celo, vindicarán mi dignidad ultrajada, en vista de los documentos que acompaño; en cuyo reco– nocimiento notará Vuestra Excelencia algunas expresiones que mali– ciosamente se afectaron para dar a entender que el Comisionado ha– bía usurpado la Real Jurisdicción, cuando son muy opuestas a la ver– dad del hecho, además de tenerla probada el Cura Comisionado, y haber jurado éste su informe. Ya verá Vuestra Excelencia, así mismo, como a la frente de su exhorto se titula Teniente General de aquella Provincia, y penetrará por sus oficios el espíritu de fuego que anima sus operaciones; y hacen fondo a las revoluciones que debemos es– perar, muy contrarias a las rectas intenciones de Vuestra Excelen– cia de mantener en tranquilidad y paz ambos Estados, y conformes a las inclinaciones con que propendo a conservar este beneficio." "Nuestro Señor guarde a Vuestra Excelencia los muchos años que deseo.-Cuzco y Mayo 22 de 1780.-Besa la mano de Vuestra Excelencia su más atento servidor y Capellán.-Juan Manuel, Obispo del Cuzco.-Excelentísimo Señor Don Manuel de Guirior." Apéndice XI "Señor Visitador y Superintendente General.-He solicitado va– rias veces audiencia de Vuestra Señoría, así para entregarle el adjun– to con la reserva que se merece, como para informarle de mi Justi– cia y otros asuntos; pero no habiendo podido conseguir esta satisfac– ción por las muchas ocupaciones que a Vuestra Señoría le rodean, me veo precisado a dirigírsele acompañado de esta reverente represen– tación, a fin de que se sirva decretarlo con la justificación que acos– tumbra." "La superior inteligencia de Vuestra Señoría no necesita que yo le pondere la injuria que me irrogó este Ilustrísimo Señor Obis– po en el Superior Gobierno, acusándome de traidor, por que sólo la lectura del escrito que presentó, convence que es de las más atroces; ni tampoco la necesidad que tengo de defenderme de una acusación tan criminal, porque nadie sabe como Vuestra Señoría que, en ob-
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