La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
OFIClO DE VISI'l'A 693 en lo político, que es la del cuerpo de mineros y azogueros, y como no podía ocultarse al piadoso corazon del Rey y discreto celo con que V. E. promueve la felicidad de sus dominios, que la de esta Amé– rica depende de la de aquel gremio, fué éste un objeto que en po– cos renglones de los artículos 35 y 36 de la Instruccion de visita me– reció mas atenciones que en los artículos precedentes, y aunque no podré dilatarme como quisiera por la brevedad con que me he propuesto hablar en este informe, y los muchos que en el particu– lar tengo anticipados á V. E. y sería forzoso repetir, diré sucinta– mente los desvelos que me ha debido este ramo en Lima, dejan– do para cuando hable de Potosí los que ya allí habia empleado en su fomento. Para dárselo, ayuda poco la constitucion de este reino, y son ID:Uchas las dificultades que se presentan á la potestad, por más celosa que sea en buscar arbitrios, porque ningunos alcanzan á mu– dar la rigidez del clima y la aspereza de sus cerros y cordilleras, don– de en lo comun están los minerales, que por este motivo se hacen inhabitables, y sólo están poblados de los pocos á quienes la codi– cia hace gratas la soledad ó incomodidades que sufren, y amedrentan á los comerciantes y demas gentes para establecerse en aquellas poblaciones y elevar á ellas los renglones de hábito, y visto que los trabajadores de las minas apetecen, de aquí resulta que éstos no fijan su habitacion en los asientos de minas ó sus cercanías, y que J;>iendo la mano de sus amos la única por donde pueden proveerse, Íes falta la eleccion y se sujetan á sufrir mil necesidades ó vejacio– nes que hacen más penosa la faena de las minas, y mejor el núme– ro de los que buscan su vida es este trabajo. El minero se queja de la falta de gente, y aunque en lo gene– ral es cierto que ésta escasea, y que toda es inclinada al ocio, flo– ja y propensa al fraude, con que gustosamente se deja empeñar en lo que no hace ánimo de pagar, tambien es constante que si viera el fruto de sus sudores en plata y sin ridícuias economías, tendría un estímulo que le avivase la plantificacion; y á este fin he diri– gido no pocas providencias, pero con la desgracia inevitable de que se malogren, tanto por la situacion de los minerales, cuya distan– cia y demas circunstancias, que ya apunté, las hacen ilusorias á falta de jueces que celen su observancia, como porque la misma pobreza de los mineros y sus escasas facultades les imposibilitan para pagar bien y pronto á los trabajadores, y les hacen empeñar– los con las especies que les franquean, buscado en ellas una tira– na ganancia con que sostener el trabajo mismo de las minas.
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