La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
704 OFICIO DE VISITA gueros 6 mineros interesados, hice observar con recíproca utilidad de ellos y los indios, y saludable reforma de los abusos que se ha– bian introducido en el trabajo, en la paga y en el pasto espiritual de aquellos miserables, y constantemente celé la observancia de es– tos puntos en la visita anual del mineral y en la paga semanal á que asistí en el sitio señalado para hacerla. No era esto bastante, pero no pude más, porque ·cuando había for– mado el expediente, que remití á mi antecesor para averiguar las provincias afectas á esta obligacion, el número de indios que ca– bía en su séptima y otros puntos, en que el desórden estaba de par– te de los corregidores, y las noticias necesarias en la contaduría de retazas de Lima, sobrevinieron los alborotos del reino, que no per– mitian extraer, ni hacer diligencias para la puntualidad de este ser– vicio, y aquí he venido á agitarlo; pero como á excepcion del par– tido de Tinta, propio de la intendencia del Cuzco, los demas que sufren esta pension son del vireinato de Buenos Aires, donde ya han pasado los documentos antiguos y modernos que pueden nece– sitar para dar providencia, deberán darse las que sean justas por los magistrados de aquel distrito, y en el ínterin he dado las que me tocan, haciendo vaya la mita de Tinta, no obstante haber sido aquel partido el orígen desgraciado de la pasada rebelion, y con– cluirse este artículo con la reforma que hice de la capitanía de Mi– ta, y alcaldes veedores en que el Rey consiguió ahorro de sueldos, los interesados alivio, y el servicio ventajas. Arreglo del Banco de Potosí, fomento de la minería, y otras pro– videncias dadas por consecuencia del art. 45 de la Instruccion de vi– sita.-Las que el Banco de azogueros de aquella villa ha produci– do al Rey y al público, por el feliz cumplimiento que logré dar al art. 45 de las Instrucciones de visita, son áun más recomendables, porque envuelta aquella negoéiacion en interminables litigios y di– sensiones, se figuraban todos dueños de sus fondos, y con una en– gañosa esperanza de la parte que habia de tocarles, pensaban divi– dirlo, ó á lo menos tenerlo a su arbitrio para disponer de él, con riesgo evidente de repetirse las dos considerables quiebras que ya había padecido y de que nunca pudo reintegrarse; y conociendo yo la importancia de este útil establecimiento, dirigí todas mis provi– dencias á conservarlo y mejorarlo, resistiendo constantemente las artificiosas pretensiones que se hicieron para aprovecharse de sus caudales. No obstante, quedaban éstos expuestos si no se cerraba la puer– ta al desórden, arrancando la raíz que lo producía, y siendo ésta la
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