La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes

OFICIO DE VISITA 705 de aquella errada inteligencia con que todos los miembros se con– sideraban dueños del fondo y acreedores á su mayor parte, puse todo mi conato en reducirlos á un convenio que cortase de un solo golpe tantas diferencias y autos como ya se seguían, con bastante contrariedad de dictámenes, en la Real Audiencia de la Plata, en el superior gobierno de Lima, y áun en el mismo Supremo Conse– jo, y logré esta dichosa empresa por medio de la incorporacion de aquel fondo y su giro á la corona, que se verificó en 9 de Agosto de 79, repartiendo á los mineros en dinero 272,463 pesos, á más de las deudas antiguas y modernas que se les perdonaron, y el Rey re– cibió 647.196 pesos efectivos que áun quedaron, y se hizo dueño de la negociacion, adquiriendo, á más de aquella cuantiosa suma, un nuevo ramo de Real Hacienda, que nunca baja de 30.000 pesos anuales. Este servicio, que siempre me lisonjearé haber sido uno de los mayores con que he podido corresponder á las confianzas que S. M. se ha dignado poner á mi cuidado, me empeñé en trabajar el regla– mento y ordenanzas, que segun su complicado giro, debían gobernar la nueva oficina de Real Hacienda, y á costa de bien prolijas medi– taciones vencí la dificultad, y extendí las reglas que consideré opor– tunas, describiendo las obligaciones de los ministros, el método y se– guridades del rescate y de los auxilios que debian franquéarse á los mineros, el orden de las cuentas, libros y documentos con que ha de justificarse su manejo, y agregando los ejemplares ó mode– los que formé, continúa aquella oficina con la claridad exactitud que quizá no tiene otra alguna de todo el reino. Como todo el objeto del Banco y el que tuve en su incorpora– cion fué siempre el dar fomento á los mineros, sin contar ahora el que repetidamente les proporcioné en varios auxilios y contratas que á su favor hice, recordaré solamente la gran empresa del so– cavan de aquel famoso cerro, que reducida á opiniones se había en– torpecido por tantos años, y en el de 79 empezó con las reglas que para su economía y buen gobierno dicté. y dejé la obra bien avan– zada, y despues he tenido el gusto de que los facultativos que por órden de S. M. nombró el Virey de Buenos Aires para reconocerla no la hayan desaprobado, hallando justas las medidas con se em– pezó, y creo está prosiguiendo con una moderada parte de la ga– nancia anual del Banco, que basta para sostenerla. Dije ántes que el expendió del azogue estaba en las cajas Rea· les y se trasladó al Banco, y esta providencia no sólo remedió los antiguos abusos y deudas cuantiosas que con este motirn habia , si– no que tambien facilitó á los mineros un nuevo auxilio por la pro-

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