La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
REPRESENTACION DE LA CIUDA:D DEL Cuzco 41 101. Más notable es el inhumano descuido de muchos curas para con los indios pasajeros que enferman y mueren en los pue– blos, pues á éstos les dejan morir sin la menor asistencia, y los tie– nen sin enterrar mucho tiempo, esperando á que la caridad de los vecinos solicite el medio de hacerlo, que fuera más bien vista en los mismos curas, por su propia obligación y buen ejemplo a sus feligreses; pero muy al contrario lo ejecutan, habiéndose experi– mentado muchas veces hallarse los cuerpos divididos por cuartos en las plazas y calles, y llevarse los perros y puercos al campo, sin que los vecinos se atrevan á recoger á enfermos forasteros en sus casas, porque si mueren en ellas les obligan a la paga de su entierro, aun– que hayan dejado sólo el mísero y despreciable vestuario de su uso, y áun se han extendido algunos curas á obligar al vecino más cer– cano á la paga del entierro de los difuntos que hallan en la calle. 102. Huyendo de estos gravámenes, hay ejemplares varios de haber votado los cuerpos en los ríos, de enterrarles en los cerros y de encerrarlos en cuevos, hasta que se hayan puesto monstruosos y desconocidos, y así los arrojan y ponen en los cementerios, y más ordinariamente lo hacen con las criaturas, por el exceso de los de– rechos que por ellas piden, queriendo reputarles por cuerpos ma– yores, aunque tengan sólo cuatro años, y por fuerza obligan a do– bles de campanas, vigilias y honras porque se aumente la pompa funeral. 103. Todavía el exceso de contribución en los entierros en que hay tan malas resultas, es menor el mal que el que ocasiona en el descuido de auxiliar á los enfermos moribundos cuando les llaman á las confesiones y piden viático, porque en esto, los que son malos curas se valen de efugios para no ir cuando les llaman, pretextan– do indisposiciones, falta de cabalgadura, dilatacibn de camino y otras excusas, y muchos obligan á que lleven los enfermos a la igle– sia, por gravados que estén; cuando encargan a sus ayudantes la di– ligencia, la ejecutan éstos de mala gana, y se detienen regularmen– te retardando este bien espiritual, que es el mayor de los bienes, y suelen responder muy displicentes que para qué les dan aquella mo– lestia, que no son sus criados para servirles; y conociendo los in– dios el enojo que les causa cuando van á la visita de las punas, omi– ten avisar para las confesiones y ocultan si pueden los cadáveres para libertarse de la paga de los entierros. 104. ¡Oh! cuánto pudiera decirse en este punto nominando su– jetos y casos del mayor escándalo y de la más tierna compasión á una gente dócil, obediente y sumisa, que se hace acreedora á todas
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