La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
46 REPRESENTACION ·nE LA CIUDAD . DEL CUZCO vivir fuera de sus claustros á los frailes, por quedarse sus superiores con las rentas para convertirlas en sus auges y ascensos, haciendo tambien granjerías de las licencias y permisos que dan á los súbdi– tos que andan vagando cuando no tienen destino de algun ayudante de cura, ejercitándose en prohibidos comercios y causando muchos daños á los indios de quienes intentan servirse á título de caridad y limosna, y con el fuero de ayudantes cuando lo son. 115. Ultimamente, para terminar los curas las visitas de las pu– nas, hacen padron de todos los habitantes de las punas, y ponen gran– de cuidado de apuntar en él las mujeres que quedan preñadas para demandarles al siguiente año el fruto que les ha de producir el óleo ó el entierro, aunque no ejecutan uno ni otro, como queda advertido; cuya diligencia, si fuese practicada con el recto fin de su alivio, sería laudable, y mucho más el que despachasen entre año sacerdotes que lo solicitasen y educasen en la doctrina cristiana á los muchachos, y que oyesen misa algunos días de fiesta; pero en todo esto tienen una grandísima omision, disculpándose con la falta de posibilidad para mantener estos sacerdotes, áun cuando los curatos son más pingües de lo que necesitara un eclesiástico arreglado; punto esencialísimo en que la Real clemencia y piedad de V. M. ha dado novísimas órdenes para que se acuda á este reparo, bien sea poniéndose sacerdote cuan– do distasen más de cuatro leguas las reducciones, ó separando y di– vidiendo los curatos; pero esto no se ejecuta segun la mente de V. M., sin embargo de haber curatos de treinta leguas de jurisdiccion y muchas utilidades, debiéndose tomar ejemplo del Obispo de la Paz, el doctor D. Francisco Gregario del Campo, de quien notoriamente se dice haber puesto en ejecucion las Reales órdenes de V. M. y dado otras muchas advertidas providencias para la reforma de su obis– pado. PUNTO SEXTO.- SOBRE FIESTAS, PRIOSTES Y ALFERECES 116. Ninguna cosa es más querida de los indios que las fiestas, por la ocasi9n que les ofrecen de continuar sus embriagueces, y así abrazan fácilmente cualquier establecimiento de ellas, aunque les ha– yan de causar futuros perjuicios; por esta facilidad que encuentran los curas en ellos, han establecido tantas cofradías, que no habrá mes en el año que no se celebren algunos ó muchos con aparatos de fue– gos y bailes, para cuya funcion en el pueblo más arreglado, ha de haber un prioste y un alférez que costean la cena, fuegos, misa y ricochicos, para lo cual, con anticipacion se previenen de la bebida de chicha, vino y aguardiente, si son mestizos ó españoles, que es los que han de hacer el convite á los que concurran, y en esta disposi-
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