La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
48 REPRESENTACION DE LA CIUDAD DEL Cuzco porta mucha cantidad, con la que se quedan los curas, y ponen el gasto en la cuenta de fábrica y rentas de iglesia. 121. La fiesta del Córpus, también en los pueblos de mejor arre– glamiento, importa mucha cantidad á los curas, pues según son los Aillos dan por cada patrón de ellos doce pesos, y el ricochico de aves, borregos, torillos y harina, de modo que los caciques convierten co– mo de Aillo, en esta y otras que les estan señaladas, los frutos y bienes que debieran recogerse para las cajas de comunidad que es– tán mandadas fundar en las ordenanzas para beneficio y alivio de los indios, y se han refundido en los curas. 122. En las demas festividades de Pascuas y otras clásicas tie– nen los curas establecidos los .manípulos con tal precisión, que han de contribuir con un real ó medio ú otra ofrenda cuantos fieles con– curran á la misa, sin que se reserve alguno, pues para ello salen el sacristán y fiscal á la puerta de la iglesia, que la cierran y dejan sólo abierto el postigo y no dejan salir sin pagar la contribución, ó les quitan las mantas con que se cubren, á los indios é indias, cosa tan escandalosa, que hay en muchas iglesias grandes ruidos y cre– cidos golpes con los sacristanes, con efusion de sangre y otras mu– chas perniciosas resultas. 123. Todo cuanto debiera ser devocion y culto promovido por los curas para edificación, sin los gastos y gravámenes á que inducen, es hoy pernicioso aparato y falta de cristiandad, influido y protegido por ellos con demostracion de religion, lo que pudieran calificar mu– chos sucesos extraños y dignos de fea nota, y sirva de luz uno muy moderno acaecido con un cura, el cual deseando establecer la fiesta de una imágen de Nuestra Señora, para lo que solicitó que hubiese mayordomos, priostes y alféreces, la colocó en el cuerpo de la igle– sia, y viendo que no se ofrecian los feligreses á estos destinos, se descalzó, y recibiendo la imágen en sus brazos, hizo exclamacion de la poca reverencia y culto que se le daba, y que sería mejor reti– rarla á una capilla oculta, con cuya demostracion consiguió que en el año siguiente y los demás se estableciesen más de veinte priostes y alféreces que le contribuyesen el interés que solicitaba, y éste fué uno de los medios más prudentes en lugar de la fuerza que usan otros curas. 124. Es uniforme y general el modo de elegirse los alféreces de un año para otro, y aunque en algunas partes lo hacen entre sí los indios juntándose con disposicion de bebidas (que es siempre el fin de sus fiestas), eri las más los nombran los curas y precisan á que acepten, 6 les multan por la resistencia, manüestándoles enojo y pú-
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