La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes

54 REPRESENTACION DE LA CIUDAD DEL Cuzco diócesis y jurisdiccion de los obispados, para lo que conduce cada cura, desde su pueblo, todo lo que considera necesario al paraje que se les destinia, previniéndose de cosas exquisitas, y áun las comunes de aves y carnes las conducen de sus curatos, por adquirirlas en ellas de balde y por prorata eritre sus feligreses, con el especioso motivo de que son para obsequio de su obispo, y las ·nevan áun con el aparato de sillas y mesas, y muchas tiendas de campaña, que lla– man carpas, con indecible traJJajo y costo, en que se ocupa la ma– yor parte de la feligresía, que todo lo debieran advertir para im– pedirlo los obispos, y conducirse á sus expensas, para no dar lugar á este gravámen, que resulta todo contra los pobres. · 137. Son tan con sumo grado costosos y de tan malas resultas estos hospicios, como se reconocen en desamparar los curas y los que les siguen sus casas, con el perjuicio de no asistir á sus siembras, cultivos o cosechas, segun la estacion; como sucedió en la conduc– ción del actual Obispo del Cuzco que por la demora en su salida de Guamanga hizo detener más de dos meses á los curas y los indios que le acompañaban en los hospicios; dejaron de sembrar sus tie– rras, y quedaron áun á perecer; y hubo curato en que no tenien– do el cura un ayudante ó compañero que dejar en su lugar, cerró la iglesia, paró el culto,- y quedaron las mujeres y niños sin nin– gun auxilio espiritual por el término de dos meses. 138. En la variedad de temperamentos que hay en la transac– cion, padecen muchas enfermedades y mueren los indios que no tienen ni pueden llevar los reparos que las precaucionan; y en la citada ocasion se experimentó así, á causa de detenerse mucho tiem– po los curas con todas las gentes de sus pueblos, en los parajes que los asignaron, por la indiferencia de la llegada del Obispo; y hubo algunos curas que consumieron y perdieron sus bastimentas, y cos– tearon segunda prevencibn; y uno de dichos curas con la variedad del temperamento cogió unas tercianas, de que murió, sin embargo de las precauciones que le dió su comodidad; y ¡cuánto más expues– tos van los pobres, que no tienen ·más que miseria! 139. Si se considera lo que es el tránsito de los caminos públi– cos, se verá que no son precisos estos gastos para que los transiten cómodamente los obispos; pues cuando no se hospedan en poblados ó ventas, que llaman tambos, pudieran suplir con las carpas la fal– ta de habitaciones, donde quisiesen dimidir las jornadas; que no son éstas de ménos r eparo á las inclemencias que las barracas ·o rain– das que hacen inútilmente los curas a costa de tanto gasto ·y pen– sion, ni faltan en los poblados del tránsito los bastimentos necesarios

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx