La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes

56 REPRESENTACION DE LA CIUDAD DEL Cuzco 143. Esta es la primera entrada de los obispos en sus juris– dicciones, causando toda la penalidad y gasto que manifiesto, y lue– go le aumentan con las providencias que nombran de buen gobier– no, recogiendo licencias de los clérigos que sirven de ayudantes de curas en los pueblos, y de todos los demas sueltos que habitan en ellos ó en la ciudad; y aunque ésta pudiera tenerse por justa y arre– glada disposicion para adquirir conocimiento de su clerecía, y dis– tinguir los literatos y beneméritos de ella para destinarlos en co– rrespondientes cargos; pero no se hace con ese fin, sino con el de cobrarles crecidos derechos por refrendarles sus títulos, quedando suspensos, y sin ellos, los que no los satisfacen; y al que los remite desde el pueblo donde habita, se le dan sin calificar la suficiencia; y lo hacen con prontitud, por no gastar más en la bajada y ahorrar– se del exámen. De todo lo cual resultan muchos males, pues tam– bien para reponerse los clérigos <ile estos gastos, llegan a pedir con– tribuicion á los penitentes cuando se van a confesar, publicando que respecto de pagar las licencias, deben ellos sacar su fruto; y si esta escandalosa operacion se advierte en las ciudades, ¿con cuánta más libertad lo ejecutarán en los pueblos? 144. Pasa poco tiempo del ingreso de los obispos a la publica– cion de la visita de su diócesis, y salen á ella por sí ó sus visitadores, con grande ostentacion y multitud de familias; y debiendo proceder en ésta con atencion y miramiento á los santos concilios, la 'ponen sólo en exigir tan excesivos derechos, que causa escándalo el decirlo, pues suelen llegar a 800 y 1.000 pesos en cada curato, aplicando mu– chas propinas a sus ·familiares, por nómina que forman para ello, in– cluyéndose áun aquellos que dejan en la ciudad, cuidando de sus ca– sas episcopales, y los visitadores tienen cuidado de cobrarlas; y es tanta la fatiga en que ponen a los curas, para recibirlos con abun– dantes y exquisitos manjares, que se extienden sus diligencias a los parientes que pueden auxiliarles. ¡Qué feliz es en esto al presen– te el obispado de la Paz, en que su piadoso y justificado obispo ha libertado de semejantes pensiones a todos los curas, y han sabido ha– cer lo mismo otros obispos escrupulosos y santos, que han tenido aquella ciudad y la de Arequipa! 145. No hay resistencia que baste á redimir á los curas de tan injusta contribucion y gasto; pues si alguno lo intenta, se le separa fácilmente del curato, y se le pena en tenerle fuera de él mucho tiempo, de que se pudieran referir ejemplares; y por no padecer ese desaire, llegan á sujetarse áun los curas más arreglados y de buenas costumbres á estas exacciones, que computadas en el importe de los crecidos derechos, y el que tienen en lo que .gastan en bastimentas,

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