La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
• 58 REPRESENTACION DE LA CIUDAD DEL Cuzco 148. Cuando hacen las visitas por medio de visitadores, son de mayor nota, porque éstos, aplicados al fin de complacer á los obis– pos, y que sirva de mérito para sus ascensos la buena ostentacion y mayor contribucion, la solicitan con ménos recato; y ha habido visitador que encontrando en un curato un párroco arreglado y que llevaba moderados derechos á sus feligreses, le reprendió diciendo que echaba á perder el curato con sus rebajas; á que respondió que no importaba, como no perdiese su alma; otro cura, muy ejemplar y ajustado, se previno á recibir al visitador, cuando llegase a su pueblo, con un manifiesto fundado , para no contribuir los derechos que sacaba a los <lemas; lo cual sabido por el visitador, dió antici– pada noticia al Obispo, y éste le m~ndó se pasase sin visitar aquel curato, pues no les tenía cu~nta la oposicion ó ciencia de las prohi– biciones; y despues, por otros simulados medios, tiraron al desaire al cura, y le mandaron ir á la capital, con el colorido de dar en ella al Obispo la visita, y le fulminaron causas; pero él, con apostólico celo, toleró sus providencias, .reclamó de ellas, y defendió su honor y estimacion, hasta conseguir reponerse con ella de la injuria. 149. Los visitadores procuran adquirir para sf ló que les per– mite la ocasjon, y sacan por medios ilícitos cant'idad considerable, ya por los crecidos juegos que entablan con cajer ía que llevan con el disfraz de obsequio, ó por hacerse muy parciales con los curas en el disimulo de sus libertades y costumbres, llegando al término de permitir bailes y saraos en sus habitaciones, como lo practicó un vi– sitador escandalosamente en la casa de un cura, su contemporáneo, y sobrino del Obispo, que con conocimiento de sus antecedentes li– viandades, le convidó con las mujeres que le habia congregado, para que se le separase, lo que fué de su gusto; y despues de la cena, por sobremesa le presentó dos que fueron de su gusto, y fueron admi– tidas. El cura se hallaba odiado de la gente dei pueblo, y resuelta á capitularle ante el visitador; pero haciéndose notorio aquel desa– cato y la unían con él, omitió la queja y quiso tomar la satisfaccion por sus propias manos, llegando al extremo de levantarse el pueblo para matarle, y lo hubiera hecho, á no salir fugitivo; y no volvió á él, porque el Obisp9 lo promovió a otro curato, conociendo la reso– lucion de la gente, que en tres veces ocurrieron al Obispo, y no con– siguiendo más que oprobios y amenazas, la última vez hicieron la protesta de que se lo' llevarían muerto, como lo intentar on. · 150. ¡Cuánto pudiera decirse menudamente de lo que sucede en cada curato, que diese más luz del atropellamiento con que tratan los obispos y visitadores las santas disposiciones de los concilios! pero omitimos su expresion huyendo del mayor escándalo, y termi-
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