La rebelión de Túpac Amaru: antecedentes
REPRESENTACION DE LA CIUDAD DEL Cuzco 61 dulas de V. M. con notable culpa y desacato, como sucedió con una moderna en que está mandado que los obispos no ocupen á los curas en particulares ministerios de rectores de colegios y visitadores, ni se sirvan de ellos, encargando mucho á los corregidores lo procuren embarazar y den cuenta .a V. M. lo que no han cumplido de uno ni de otro modo, estando viendo y disimulando la infraccion total de esta Real resolucion, como la de otras infinitas Reales cédulas y le– yes que impiden a los obispos introducirse en la jurisdicción Real, pues a cada paso la atropellan y desatienden, áun con escandaloso vituperio de los ministros Reales. 155. Así como los obispos proceden con la destemplanza que va manifestada, de que resulta la grave carga y sumisión de los curas, y que éstos tengan motivo para sus excesos sin temor de la correc– cion, practican igualmente á su ejemplo los prelados regulares otros semejantes procedimientos con sus súbditos; y viene a quedar todo el estado eclesiástico en un término tan descompuesto que repugna á la razon, viéndose monstruosas operaciones contrarias á sus san– tos institutos, leyes divinas y humanas, de que es preciso hacer al– guna excepcion, que lo instruya y manifieste. PUNTO DECIMO.- SOBRE PRELADOS Y RELIGIONES. 156. No anhelan los prelados locales de los conventos á otra cosa que á disfrutar sus rentas con dos fines, que son, el de repo– nerse en los gastos y gratificaciones que hacen para colocarse en las prelacías, y el de adquirir mayores cantidades para ascender en ellas y ocupar los mayores· puestos y empleos de su religion, y para esto dan total libertad á los religiosos conventuales para que vivan fuera de los claustros, ocupándose unos en los ministerios de ayudantes de curas, y otros en el manejo de haciendas y comercios, con lo que logran los dichos prelados el fin de no mantenerlos y quedarse con las rentas, y al mismo tiempo la contribucion que señala a cada uno anualmente, por el permiso de que vivan en sus anchuras (que és– ta es segun el caudal o manejo que tiene el religioso en ayudantía, haciendq ó comercio), y sólo se quedan con el corto número de los inválidos, que los mantienen mal y visten peor, dejando todavía á éstos con licencia de que sirvan de capellanes particulares de los ve– cinos, en cuyas casas comen y duermen, reduciéndose sólo al conven– to en días clásicos, en que es preciso manifestarse ó salir en comu– nidad. 157. Ya se dejan comprender las infinitas y malas resultas que se siguen en esta especie de prelados y total separacion de sus súb-
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