La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU 205 con otro, ni por ellas se puede descubrir los que principalmente con– citaban. Desde luego consta en el proceso que el Cacique Tamboguacso concurrió en ambas y que propuso tenia a su disposicion multitud de indios con que circundar y coronar los cerros de la ciudad; mas esta fue una vana y ridícula jactancia. Para esta oferta era nece– sario que los tuviere de antemano preparado; una maniobra de es– ta clase a mas de ser muy dificil y quan imposible por la timides de los naturales, se hubiera necesariamente sentido en el pueblo, y reducción de su comando. Los indios por su naturaleza son tan pusilamines como fáciles. En– tre ellos jamas se observa secreto, pues aun el que se comunica a pocos se trasluce luego. No solo influye para que revelen cuanto sa– ben el motivo insinuado sino tambien las borracherras en que son tan frecuentes. En cada vez que se embriagan dicen cuanto sienten y conciben ¿Si un secreto confiado a muchos aunque sea sujetos de entidad, no se guarda que seria del que se fia a una muchedumbre, compuesta de individuos inadvertidos, fáciles y de ningun fundamen– to, como lo son los indios? Si el referido Cacique les hubiera ministra– do la menor luz en el particular, era indispensable que en el instan– te se esparciese y se llevase a noticia de los Ministros y Jueces de aquella provincia, cuando por estos débiles conductores al menos por las mismas- diligencias y pasos que para ello se hacia preciso diese. Era necesario que los congregase siquiera en cortas porciones per– suadiend~les y alentandolos al proyecto de la conspiración, que los previniese con las armas de que usan y tomase otras disposiciones dé esta clase para las que no basta uno solo, ni es dable se verifique sin ser sentidas, especialmente en los pueblos, en los que por su cor– tedad se percibe la menor novedad. No es menos ridícula y jactan– ciosa que la antecedente la expresión de los 705 Caciques con quie– nes tenia alianza, seis mil indios preparados, y veinte mil hombres de Arequipa dispuestos para invadir aquella ciudad, de la que depo– ne el Presbítero don Juan de Dios Niño de Guzman. Presinde por ahora este Ministerio del defecto que tiene la decla– ración de este individuo por haberse producido sin licencia judicial de su prelado especialmente cuando no es presumible la hubiese conferido verval que se supone por la materia sobre que versa, lo cierto es que no hay en este Virreynato el número de Caciques que se menciona, que para lograr union con estos cuando los hubiese y fuesen acequibles era forzoso escribirles cartas valiendose de terce– ros que las llevasen y que las contestaciones corriesen del mismo mo-

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