La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU 241 Los malos tratamientos que tuvo que sufrir el Corregidor Alos en su prision se dexan inferir por la crueldad y barbarie de esta gente: y desde luego le hubieran destrozado a no haberles ofreci– do el Dr. Dn. Miguel Arzadura Cura de Challapata· de la Provincia confinante de Paria que les traeria al preso Tomas Catari como dexasen libre al Corregidor. Convinieron en ello, y haviendo ocu– rrido a la Real Audiencia de Chuquisaca, y negociada la soltura del Yndio, fue conducido por el Cura del mismo Pueblo áe Macha Dr. Merlo, y sacaron de la prision al Corregidor, quien inmediatamen– te caminó para Chuquisaca por senderos extraviados y con acelera– cion, lo que le valió para no haber sido nuevamente arrestado, por– que fueron en su alcance mas de quinientos Yndios hasta las inme– diaciones de la Plata para quitarle la vida. Al tiempo en que Alos estaba preso pasaron los Yndios pocoa– tas y Machas al Pueblo de Moscari, y prendieron al Casique y Go– bernador de él Dn. Florencio Lupas y lo condujeron 30 leguas a pie hasta Pocoata, donde le azotaron con varas espinosas en las quatro Esquinas de la Plaza, y despues lo trajeron a Macha donde por or– den de Tomas Catari le cortaron la caveza el dia 7 de Sep tiembre de 1780 la qual y el corazon amanecieron el día 10 de dhQ mes cla– vados en la Cruz de Quilpiñeraca extramuros de la Ciudad de la Plata, cuya Audiencia y Vecindario sobresaltados con este funesto espectaculo trataron de armar las Milicias: y el 11 se aprestaron 22 Compañias quedando cinco de ellas aquarteladas en la Real Uni– versidad. La soltura que se concedió a Tomas Catari dio merito a mayo– res in.sultos, pues llevando adelante sus designios, fue haciéndose de mas gente y armas, concitando a los Caciques de las Provincias inmediatas, para acabar con todos los Españoles. Los que estaban en el Pueblo de San Pedro de Buenavista fueron asaltados por un trozo de mas de tres mil Yndios y se refugiaron en la Iglesia. El Cura Don Ysidro de Herrera procuró apaciguarlos, pero no pudo evitar el golpe de una piedra que le rompio un brazo. Los pueblos de Sacaca, Acacio, y Toracari fueron igualmente invadidos: y como los Amotinados no encuentran resistencia, entran a saco en las Ca– sas, y Haciendas que desamparan los Españoles p or liber t ar la v i– da, conduciendose a las Ciudades inmediatas en las que no s e con– templan seguros. El Sr. Arzobispo de Chuquizaca parece que tomo a su cargo quietar estos Rebeldes, a cuyo fin dirigió sus exortaciones al d i– cho Catari; pero éste que quiere poner Leyes a su antojo ha contex-

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