La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

246 DOCUMENTOS DE LA R EBELIÓN DE T Ú PAC AMARU porque tuvieron licencia especial de Dios, para darnos á entender y reducirnos á la mayor p az y tranquilidad! En es ta segura inteli– gencia nos hemos movido á pedir el perdon general de nuestros pa– sados desaciertos: y como los motivos h an sido muchos, y el prin– cipal hacer v er que los indios no se h an lev antado, porque los indios han estado p rontos , y están á servir á Dios y á V. M., reconozca por los efectos que somos sus m as fi eles hijos y vasallos. En r epetidos informes hemos pedido á la Real Audiencia el per– don general, con la desgracia que por complacer al corregidor no h emos conseguido ni respuesta para n u est ro con suelo, por lo que ca– si estamos creyendo que V. M. nos h a desamparado: lo referido es cierto, Señor, y t ambien lo es q ue el p roy ecto se endereza á acobar– dar é intimidar á todos los vivientes, par a que por los respetos hu– manos no se esclarezca la ignorancia y justicia de los desvalidos in– dios: cuando el asunto se debia reducir ó á enviar el perdon gene– ral que con tanta ansia le pedimos en nombre de V. M., ó averiguar por medio de un juez imparcial y r ect o si los indios tenían justi– cia. Y así, Señor , vivimos muy obedientes y r endidos, pero descon– solados, y con el dolor de que nuestro R ey y Señor se halla muy distante de nosotros para arrojarnos á su s pies, y como n uestro úni– co padre se duela de nuestras miserias; pues el objeto de los Mini_s– tros de vuestra Real Audiencia , ha sido enviar miles de soldados para que nos pasen á cuchillo, solo por amparar el r eparto tirano de 400,000 pesos, que el corregidor Alos ha repartido, cuando la ta– rifa solo le permite ciento y tantos mil pesos. Yo, D. Tomas Catari, fuí conducido de Chuquisaca á costa y mencion de mi actual párro– co, Dr. Merlos; así que llegamos á nues t ro pueblo de Macha, y que oimos las cristianas exhortaciones del citado nuestr o cura, toda la comunidad le ofreció la paz y le entregamos al corregidor, que des– pues lo despachó á Chuquisaca á la Real Audiencia. Toda la co– munidad le ofreció la paz y le entregamos al corr egidor, que des– pues lo despachó á Chuquisaca á la Real Audiencia. Toda la co– munidad le aseguró estar pronta, como siempre, a vivir subordina– dos á V. M., y perder sus vidas en vuestro ser vicio; y toda la co– munidad, por consejo de nuestro párroco p asó a pedirle perdon y besar le la mano al corregidor. Al siguiente dia t uv im os misa de gra– cia y sermon, en el que se nos explicaron todas n uestras obligacio– nes, y olvidados como cristianos y vasallos de V. M. todo resenti– miento, dimos cuenta á la Real Audiencia de estos acaecimientos. Es verdad que de algunos pueblos fueron los indios t rayendo á va– rios gobernadores parciales del corregidor, y de quienes habían re– cibido estraños perjuicios: pero tambien es cierto, Señor, que en el

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