La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

DocuM.ENTqs DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU 255 . . El Ca~ique a la sazon rodeaba a Cavallo todo el Pueblo.. y -sus. entradas; y toda la Tropa quedó asombrada de . una accion que re– viste toda .la crueldad imaginable considerandose executado capital– mente un Corregidor en el centro de su Provincia, por .un subdito suyo, su beneficiado, y aun confidente en presencia de los mismos q\le lo respetaban y temían. Yntimidaronse tanto con este hecho, que nadie osó reclamar, contradecir, ni estornar lo que se execu– taba; y en este acto se procedió con tanto sigilo y cautela, que sin embargo de haverse demorado la execucion seis días despues del arresto, no se pudo saber en el Cuzco, sino es despues de verificada la muerte del Corregidor aun por los mas inmediatos de dha Pro– vincia. Dos dias despues se enterró el cadaver con regular Pompa en la Yglesia del mismo Pueblo, a cuya funcion no asistió el Caci– que por estar ocupado en otras expediciones. Con este primer golpe disponía éste tyrano los animas para los mas atrevidos desigñios, mostrandose capaz y determinado a em– prenderlo todo. El en año anteriores paso a Lima a calificar en aquella Real Audiencia la Descendencia legitima que decía tener de Dn. Felipe Tupac Amaru ultimo del tronco de los Yngas que mu– rió pór orden del Virrey Dn. Francisco de Toledo. Allí dió pasos felices en Juicio contradictorio: de suerte que los papeles que se le aprobaron, le hicieron formar una alta ida de su Prosapia, que quizo la imprudencia de los que manejaron los Documentos de su Alcuña, le hizo llegar a donde no debia. Buelto de Lima con mas engreimiento que el que llevó, :;;upo ocultar sus intenciones bajo de un exterior de moderacion, afabili– dad general, y generosidad superior a sus facultades; artificio de los que intentan hacerse Dueños de los afectos, para dominar despues despoticamente en lo <lemas. No se descubrió lo que proyectaba hasta el insolentisimo acto del publico suplicio del corregidor. Asis– tian a el mas de seis mil hombres entre Yndios y Mest izos que r o– deaban el Pueblo, y havia hecho bajar de los inmediatos , a los qua– les intimó en su lengua natural (vestido ya, de las insignias reales que usaban los Incas, diciendoles: Que era llegado ya el t iempo en que debian sacudir et pesado yugo que por tantos años sufrian de los Es– pañ oles, y se les grav aba diariamente con nuevas pensiones y hostili– dades: que sus arbitrios iban hasta executar iguales casti gos en t odos los Corregidores del Reyno; exterminar a todos los Europeos, y quitar Repartimientos, Ad-uanas, y otros semejantes ex acciones que a dicta– men suyo desolaban el Reyno. Añadía que en nada contraven ia a la obediencia del Rey : que rezarcia los quebrantos que obser v aba en la

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