La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión
280 DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU advierte, que la mayor solemnidad de las fiestas que hay por aca, la costean ellos, señalandose con la que correspon:den a las dos efi– gies, que les he presentado a la vista, considere sería medio oportu– no_para asegurarle la fidelidad este arbitrio. Estas disposiciones que son de la clase de espirituales, pedían las diligencias que tocan en lo temporal; y en éstas no he perdonado aun a las personas sagradas para subvenir a la indigencia pública de todos modos. Forme una Asamblea de todos mis Prebendados, y Superiores Regulares, que fueron convocados por oficios que se instruyeron, con otros varios, a distintas horas del día y de la no– che, como lo pedia el tiempo. En este congreso les propuse a todos los asistentes que la causa era de Dios, y que ni podía dejarlo de ser, siendo del Rey; que ya les constaba el desamparo en que se hallaba la Patria, destituída de gentes de honor, que tuviesen bas– tante discernimiento y esfuerzos para no vendernos, o con .la infide– lidad o con la rudeza, o con la flaqueza: que el insulto era impro– viso y repentino, y que por estas calidades debía empeñar en la de– fensa de la Iglesia, cuya fe peligraba en la subversion de estos po– bres naturales que habían heredado su. Religion Cristiana, con tan– tas fatigas de los Monarcas Catolicos, y de los primeros Ministros de Dios, .cuyo celo debíamos imitar, auxiliando a los Seglares en la re– sistencia que se disponía para rebatir los conatos del Indio, pues era llegado el caso de tomar las armas, ínterin no había otra providen– cia suficiente, para salvar tantas vidas, y una parte tan considerable del dominio del Rey. Despues de haber exhortado a la Junta con las más vivas ex– presiones que pudo sugerirme la obligacion en que me hallo, por tomar la bandera con el ejemplo, añadí que ofrecía mi persona pa– ra la expedicion, y que no dudaria tomar el fusil en mano para guiar mi clero hasta el real del enemigo, donde si fuese Dios servido de aceptar mi vida para aplacar su indignacion con el Pueblo, sería la muerte mas gloriosa que puede lograr un obispo, precisado por las lecciones del Evangelio, a dar su vida por las ovejas; y que no seria el primer Prelado que, auxiliado de la gracia de Dios, olvidaba sus propios intereses y establecimientos en esta vida mortal, por redimir a su grey de las miserias y calamidades que solo pueden esperarse de un tirano, a cuyo fin, aunque con desconfianza de mi demerito, les hi– ce presente la heroica resolucion que tomo San Leon Papa, para con– tener el orgullo de Atila, y la firmeza del Pontífice Onias, con otros apoyos que estan del caso; fue preciso variar los indices del ardor Y del dolor, y en ambas acciones protesto a Vuestra Señoría Ilustrísi– ma que no desmentía las expresion del corazon.
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