La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

282 DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU Aunque los indios por su imbecilidad y rudeza no deben ser apremiados con censuras, he puesto declaratorias contra el Rebelde en todas las puertas de las iglesias de esta Ciudad y las demás de las provincias, que comprende la sedicion, obligando a los Curas a que las fijen a todo riesgo, a que publicamente exhorten a los pue– blos a la obediencia del Rey, sin adherir al partido contrario del In– dio, quien acaso podrá entrar en temor de la excomunion mayor y retirarse de la empresa, la que igualmente comprende a los qtie le acompañan, fomentan, prestan auxilio y favor. Híceme cargo de que por la atrocidad de los delitos que ha contraído el Indio por publi... co ladran, incendiario, y devastador, merecía este castigo de la Igle– sia; ya que ha tenido bastante deliberacion para los excesos en que ha incurrido, siendo regular que él y los demas parciales, si tienen capacidad para la culpa, también la tendran para merecer la pena y sufrirla; si este remedio no tuviere efecto, a lo menos habré cum– plido con haberlo ministrado, para que nada se omita a fin de que se atrase un mal que puede trastornar todo la armonía del Reino, si a tiempo no se cura. s~, Al Cura del pueblo de Pampa.marca, de cuya jurisdiccion es el Cacique, le tengo escrito que lo persuada personalmente a la reci– picencia de sus crímenes, sin excusar otros medios, que pueda pro– porcionarle la cercanía de su Doctrina al pueblo donde se halla el origen del tumulto; no ha sido facil poner la carta en aquel sitio, por los espías que interuptan todos los pliegos que encuentran en el camino; pero habiendo encargado el porte a los Curas de la ca– rrera, desde el de Oropesa; espero la respuesta con ansia para lo– grar algunas luces del estado en que se halla el culpado, y partici– parlas a esta Junta de Guerra, como lo hago con todas las demas que me parecen conducentes a la mejor direccion de sus Jefes. No he podido saber a fondo el merito que le hubiese dado Don Antonio Arriaga para su muerte, y movimiento resultantes; pero de la información que tengo recibida, por lo respectivo a mi juris– dicción, se viene en conocimiento, de que el caballero difunto tenía apurada su provincia con el trato de su genio aspero, y rigor d~l repartimiento. Este es un motivo de odio, y comprende a todos los Corregido– res, y se ha visto que el Indio los persigue con ardor, segun se vio en Quiquijana, y se advierte por la carta que escribio a un cacique de Paucartambo, para que en aquel asiento se practicase con el Go– bernador lo mismo que él había hecho en Tungasuca. Ademas de esta sugestion, que por las personas contra quienes se ha dirigido,

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