La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión
DOCUMENTOS DE LA REBBLIÓN DE TÚPAC AMARU 283 demuestra, son los repartos el manantial de tantos males, ha usado el Indio, de una sagacidad perversa y atractiva del genio de los in– dios; a éstos les ha prometido la abolicion de tributos y franqueza de todos pechos, haciéndolos participantes de cuanto roban, por lo que han engrosado sus tropas y las aumentará mas, a proporcion del tiempo que corre. Sabe Vuestra Señoría las inquietudes y revoluciones que traen las negociaciones de los cor'regidores, con la libertad para repartir y cobrar con crueles arbitrios; y parece que aunque a costa de los gra– ves perjuicios que se han experimentado, se ha de ver en precision de resolver decisivamente el exterminio de dichos repartos, no sien– do de razon, que padezca el dominio del Rey diarias perturbaciones, con riesgo de perderse en alguna de ellas, por el interes particular de algunos individuos, como son los corregidores. Estas providencias tocan en la superior inteligencia de Vuestra Señoría Ilustrísima; pero la instancia del día, se reduce a pedir los auxilios que aquí no se pueden lograr, menos que Vuestra Señoría interponga su autoridad, para que sin perdida de tiempo, se remi– ta111 trascientos soldados de la tropa de esa Capital, y se mande que de Arequipa vengan otros tantos, incluyendose los ciento que des– taco el Señor Guirior, para impedir el progreso de las novedades acaecidas en aquella Ciudad, y los doscientos serán de las milicias provincianas, viniendo éstos por la parte en que se halla fortifica– do el Indio, de modo que se le pueda atacar por todas partes. Todos estos socorros y su prontitud se nececitan para la guar– dia de esta Ciudad, que es la clave del Reino. Ella carece de armas y de sujetos que las manejen, pues solo abundan indios, cholos y mestizos, que por interesarse en los latrocinios del Rebelde, deja– rían nuestras banderas y pasarán a las contrarias. Ni hasta la hora que escribo ésta, logramos la mejor esperan– za, aunque en los pueblos inmediatos se observan apariencias de quietud. Las premisas antecedentes nos hacen presumir, fundada– mente, que según los pasos que diere la Cabeza del motín, se vayan alborotando los lugares por donde pasare, supuesta la obediencia que le dan los caciques que encuentra. Al de Quiquijana le ha manda– do, segun me ha escrito el Cura, que levante la horca y la tenga prevenida. El de Oropesa, se manifiesta fiel porque se mantiene con los nuestros cerca de un desfiladero con mil y quinientos indios poco ... más o menos; y por este honor, que aún no sabemos si será constan-
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