La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

284 DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU te, le escribí carta .gratulatoria de reconocimiento, esforzandolo a la continuacion de su lealtad, prometiéndole beneficios eclesiásticos pa– ra sus deudos y hermanos clerigos. Tengo su respuesta y la satis– facción de que me asegura todo lo que le pido, como lo verá Vues– tra Señoría Ilustrísima en los autos que he seguido por mi parte, que remitiré en el correó próximo; puesto el tiempo me viene muy estrecho, y ceso, rogando a Dios guarde a Vuestra Señoría Ilustrísi– ma muchos años.-Cuzco y Noviembre diez y siete de mil setecien– tos ochenta.--Juan Manuel, Obispo det Cuzco/' (A.G.I., Audiencia del Cusco, Legajo 76). 75. 1780-XI-17. "Excelentisimo Señor.-No sufre mi celo por la causa de Dios y de la Religion, ni mi amor y fidelidad por la del Rey y el bien pu– blico, dejar de participar a Vuestra Excelencia la situación lastimo– sa en que al presente se halla esta Ciudad y diferentes provincias del Obispado con la improvisada y mas audaz rebelion, que desde la Conquista se ha visto, suscitada por el Cacique de Tungasuca Jose Tupac Amaro, quien después de haber dado muerte afrentosa de horca al Corregidor de Tinta, Don Antonio de Arriaga, el día diez del que corre, entrando en secuestro de sus bienes y armas con los mas prevenidos artificios, como un torrente impetuoso incontenible, por los fuertes diques, ha corrido por diferentes pueblos al robo Y saqueo, ha arruinado los obrajes de Parupuquio y Pomacanchi, cu– yas ropas e intereses crecidos sustrajo; y penetro hasta el pueblo de Quiquijana en solicitud de su Corregidor para sorprenderlo, Y ha– cerlo mísero despojo de su furor sangriento, como lo fue el desgra– ciado Corregidor Arriaga; y no econtrandolo, por el oportuno aviso que le dio el Cura de Tinta que salio fugitivo de su Doctrina con– virtío sus furias en su casa y bienes, que se llevo todos; con otros muchos acontecimientos escandalosos que no me permiten relacio– nar las angustias del tiempo, y de ellos supongo a Vuestra Excelen– cia instruido por los informes de la Junta de Guerra, formada con este motivo. A la verdad, Señor Excelentísimo, que no podré expresar digna– mente, cuanta ha sido y es la turbacion de mi corazon a la vista de tan funestos estragos, y los que se temen, en el caso de invadir esta Ciudad, de sacrilegios, robos, estupros de vírgenes consagradas a Dios,

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