La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión
DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚP AC AMARU 285 y muertes, y de la sensible congoja, que por este fundado recelo pa– dece este noble y leal vecindario, no siendo el menor motivo el ver disputados los poderosos y elevados derechos de nuestro amabilísi– mo Monarca por un Indio rebelde, y enteramente abandonado a los mas excecrables delitos, siendo recelable un progreso de fuerzas alia– das de las mismas provincias, como nos hallamos impuestos de que a sus influjos, pesimo ejemplo y perversas sugestiones, se ha engro– sado la facción a un cuerpo de mas de diez mil indios y seiscientos o setecientos entre mestizos y españoles que le han rendido obediencia. Los arbitrios de que se ha valido para atraer a tantos ilusos, son publicar bando, a nombre de Rey, de que en adelante se quitan los Corregidores y, a su consecuencia, los repartos; también las alcaba– las, tributos, aduanas, obrajes y carceles, cuyos objetos los son de su persecucion tenaz, poniendo en libertad a cuantos halla en las carce– les, incendiandolas, excepcionando de toda contribucion a los que le siguen, y dando franqueza para el robo. Y porque en esta confusion de cosas, pide la gravedad de la materia, no perder los momentos , pa– ra cortar el paso a tan perjudiciales excesos, se han unido los votos para hacer una gloriosa defensa y escarmentar al Rebelde con su castigo. En efecto los vecinos de esta Ciudad, llenos de consternacion, han procurado en tan criticas circunstancias trabajar en su defensa, aun– que vista a buena luz la estimo por infructuosa, por carecer de armas y ·de gente de buena fe, en la mayor parte, respecto a haber encon– trado esta sorpresa desprevenida la ciudad; le ha sido forzoso formar su cuartel en el Colegio que fue de los Regulares expatriados (jesuí– tas), por su capacidad, y fortaleza, y requerir a los Corregidores de las demas provincias nos socorran con gente y armas para entrar en el referido designio. Yo, por mi parte, tampoco he perdonado medio alguno capaz de contribuir a esta gloriosa empresa que no haya abrazado; porque si digo a Vuecelencia que hice mi Concejo con mi Cabildo y los Supe– riores de las Religiones, para deliberar lo más conveniente a la cau– sa publica ,y al servicio del Rey; exhorte a todos los eclesiasticos se– culares y regulares, diesen a entender a los fieles, en pulpitos y con– ferencias , la obligacion que tienen de mantenerse obedientes al Mo– narca, no entrando en la criminosa faccion; les hice presente sus deberes de tomar, en este caso, las armas todos los eclesiasticos pa– ra resistir al rebelde, y ofreci endo las r en tas de la Mitra para com– prarlas y los <lemas gastos que fuesen necesarios; se alisten cuan– tos de ambos gr emios son capaces de tomarlas, y se pr esenten en
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