La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

296 DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU jes y tentando a desencaminar y querer pasar a otros excesos con los criollos, para lo cual espero órdenes de Vuestra Merced y pido a Dios les prospere y goce Vuestra Merced salud, todo gusto y gra– cia de Dios en conformes de la Señora esposa de Vuestra Merced, a cuya obediencia ofrezco mi inutilidad muy a su mandar, y ruego al Señor les guarde dilatados años de mi deseo.-Acos, 21 de No– viembre de 1780.-Besa la mano de Vuestra Merced su minísima.– Tomasa. Vuelvo a repetir que Chumbivilcas ya salió con su Corregidor (digo toda la Provincia) que puede ser para auxiliarse con el de Paruro, pero por la entrada de Livitaca, con cuidado; y el de Paruro también me dicen ya salieron. Esto supe después de escribir esta carta, aunque me dicen que los de Paruro escribieron a Vuestra Merced en que le entregarían a su Corregidor; no estoy cerciorada, y así en la resulta me impon– dré mediante su corrección. (A.G.I., Audiencia del Cusco, Legajo 33). 81. 1780-XI-21. "Excelentísimo Señor: En carta de diez y siete del presente ten– go informado a Vuecelencia extensamente del estado lamentable en que quedaba esta Ciudad por los atropellamientos de José Túpac Amaru, indio rebelde a la Corona. Hoy se halla este vecindario en mayor consternación, porque no solamente se han repetido los insultos de aquel Tirano, sino tam– bién hemos experimentado el infeliz suceso de nuestras armas en el próximo acaecimiento que ya expreso. Animados algunos vecinos con los pocos pertrechos que ofrecía la penuria presente, fueron unidos a los de la contigua provincia de Quispicanchis bajo el comando del infeliz Don Fernando Cabrera, su Corregidor quien en la misma unión con aquellos a dirección de Don Tiburcio Landa, pasó en solicitud del contrario. Este, que se hallaba destacado en las inmediaciones del pueblo de Sangarara de la citada provincia, se previno de no pocas astu– cias mediante los espías que se doblaban en el territorio. Los nues– tros, o incautos, o confiados, se alojaron dentro de la población, que les ofreció pérfidamente apariencias de buena acogida; cuando asal-

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