La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU 299 acaecido con el Rebelde Jose Tupac Amaro, se me hace preciso ins– truirle en los sucesos ulteriores. Marcho de esta Ciudad a unirse en el pueblo de Oropesa de la provincia de Quispicanchi un corto número de tropa con otros de aquel territorio al comando del infeliz Corregidor Don Fernando Ca– brera, y direccion de Don Tiburcio Landa; enderezaron su ruta para el pueblo de Sangarara, situado en la parte superior de la Provincia. Alli sin guardar las debidas precauciones que exige la disciplina mi– litar, se alojaron nuestros infelices soldados, quienes a la madrugada del dia diez y ocho del presente fueron sorprendidos de la multitud de indios, y tropa aliada del Rebelde. El valor con que se defendie– ron los nuestros fue continuo y constante. Ellos pelearon sobre diez horas sin tregua hasta que oprimidos de la muchedumbre se acogie– ron al asilo del templo de aquel pueblo, que incendiado por los re– beldes, redujo a cenizas a cuantos perdonó la espada, o la piedra. Muy pocos se asegura haber escapado de esta ruina y ningún espa– ñol, siendo la principal victima de este horrendo sacrificio el desgra– ciado Cabrera. La accion fue imprudente, precipitada y temararia, y nos ha dejado las mas fatales resultas. Considere Vuestra Señoría Ilustrísima la consternacion de nues– tros animas. Los mas de los vecinos y aun de los que componían la Asamble de Guerra, de donde dimanan las ordenes, no solo se han separado de la Junta, sino aun de la Ciudad, a buscar el seguro del terror panico que los ha infundido el miedo. Con este ejemplo cre– ce el desaliento y los espiritus febles de que se compone lo mas de nuestros mal formados batallones que se ven tan caídos y sobresal– tados que apenas se sostienen de la persuación. Yo creo que no tardaran mucho en desamparamos enteramente, porque las infaustas noticias del primer combate, y las que esparce el enemigo, ya de sus fuerzas, ya de sus promesas, ya de sus amena– zas, desalientan al valeroso, abaten enteramente al tímido, y mue– ven eficazmente al infiel. Sobre este preliminar y los pocos pertre– chos y municiones que tenemos , fundo la total desolacion de esta prin– cipal parte del Reino que por instantes espero, en el enemigo que ya intenta la entrada, la ruina. Las ordenes que va esparciendo a las demas provincias cami– nan aprisa y con fruto. Los incitantes a la general conspiracion son el objeto mas grato a estos abatidos naturales en quienes no domi– na otro deseo que el libertinaje y usurpación de los mas privilegia– dos derechos. Asi, es consiguiente logre el Rebelde sus intentos. No

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