La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión
314 DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚP AC AMARU Ya exprese a Vuestra Señoría Ilustrisima, sucintamente, cuánto he trabajado por mi parte para atajar el fermento de la Rebelión, fulminando las armas de la Iglesia contra él y sus secuaces; y aun– que mis Curas han fijado con constante resolución los cedulones (excomuniones) en las puertas de sus parroquias, nada hemos conse– guido de fruto, sino es concitar mas el furor de que está poseído es– te fanático; y ellos expuestos a sufrir cuantos males les infiera un Tirano abandonado a los más execrables excesos; así lo representa, lleno de consternación, el Cura de Quiquijana que se concibe con un cuchillo a la garganta, por haber mandado quitar la horca, que en aquel pueblo puso el mencionado Rebelde, y fijado el Cedulon, contra el cual (Jose Gabriel Tupac Amaro) hizo publicar un auto, en que manda que, sin embargo de la censura, todos deben seguir– le pena de la vida; pues sus designios no son contra Dios, ni contra le Religion, sino dirigidos unicamente a exterminar los repartimien– tos, y otras introducciones perjudiciales al público; el cual documen– to tambien remiti a la dicha Junta y por el correo impondre a Vues– tra Señoría Ilustrisima de todo con los autos que se han formado. En el dia, por providencia de comparendo, se halla en la Ciu– dad el Cura de Pampamarca que auxilio al Corregidor Arriaga en su suplicio, y por la amistad y relaciones que me han asegurado tiene con el Cacique rebelde, induce alguna sospecha, en el concep– to de muchos, de complicidad; por lo cual se le ha tomado su con– fesion y se sigue la causa con el Promotor Fiscal, sin embargo de haber dado una prueba nada equivoca de su inocencia con haber fi– jado el Cedulón de censura contra él, en el mismo lugar de su re– sidencia, cumpliendo con mi orden y presentandose sin demora; de sus resultas instruire a Vuestra Señoría Ilustrísima con autos. En este lastimoso estado nos hallamos, y aunque la llegada del Corregidor de Abancay, Don Manuel Villalta, con doscientos y tan– tos hombres de tropa, y la dirección general de las arm~s, que se le ha confiado con el titulo de Inspector por su pericia militar, nos ha permitido respirar algun tanto de las pasadas zozobras; no obs– tante ésto, y el ultimo esfuerzo que se espera, con cierto numero, de la provincia de Andahuaylas, al comando de su Corregidor, Don Antonio Villalva, nos queda el desconsuelo de la falta de armas, pol– vora y municiones, llegandome a asegurar que en el estado en que se dio al enunciado Inspector, solo se contaban cuarenta libras de polvora, y el material de azufre de que se compone, no lo hallaban para fabricarla.
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