La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

316 DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚP AC AMARU Después de la derrota que padecio nuestro ejercito en el pue– blo de Sangarara por la multitud de indios y mestizos rebeldes, o lo que es más cierto por la mala situacion que se tomó; embaraza– dos nuestros españoles con las paredes de la plaza y reclusion en la Iglesia, ha sido imponderable el abatimiento de animo en que cayo este vecindario, sin excepcion de las milicias; pero aun llegó a un grado superior la desconfianza, a la vista de un escandalo el más pernicioso que podía darse a la República por un sujeto, de quien sólo debían esperarse ejemplares de lealtad, firmeza y postergacion de los intereses particulares al bien común. Este hombre ingrato a las gracias del Rey, y al fomento que ha merecido a esta Ciudad, es el contador de la Caja, Don José Andía quien desertó del cuar– tel, a fin de poner a cubierto, de los riesgos que nos amenazan, su persona y la de su mujer con toda la familia; faltan voces para sig– nificar la execrable deformidad de este crimen. En cualquiera ocasión, es muy reprensible la desercion de un militar, o de cualquier vecino, responsable a la defensa de la Pa– tria; pero con ésta reviste el delito otras circunstancias que lo agra– van hasta ponerlo en una erpinencia apenas accesible a la admira– ción. El caballero Andía era Oficial de Plaza Mayor; a su cargo es– taba la Compañia de la Nobleza, en cuyo honor teníamos colocada toda la esperanza; el lugar estaba, como todavía esta, consternado con la desgracia de la expedicion pasada, y no restaba para su con– flicto ultimo, sino una retirada de éstas en un Capitan y empleado, entre aquellos que sirven de indice al publico para las inclinaciones y afectos. No es de menos consideracion la insolencia que habia recrecido al Indio rebelde con esta noticia que, verosímilmente, se le habría pasado por los espias que es natural tenga en el vulgo de indios, cholos y mestizos que nos rodean; pues no siendo facilmente repa– rable por su caracter, y traje común, debemos persuadirnos a que nos observan todos los movimientos y aun alcanzan nuestros desig– nios por los efectos que ven; y lo que se advierte es que los pape– lones y cartas que ha internado el Rebelde, se han visto despues que salió fugitivo Don José Andía defraudando nuestras Compañías de muchas armas y soldados: entre ellos Don Andres Gras. Todos éstos no sólo declinan el fuero militar, salvando con ig– nominia sus cuerpos; tambien se llevan consigo sus criados, escla– vos y domesticas, en que se va una parte considerable de nuestras fuerzas, aun prescindiendo de aquellos soldados cuya lista se había

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