La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión
DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU 317 formalizado. Dejo a la consideracion de Vuestra Señoria Ilustrisima las perniciosas consecuencias que se habran seguido de un mal ejem– plo, tan publico como circunstanciado, y no puedo omitirle que es– ta afrentosa accion infesto aun el estado eclesiastico, y lo que es más notable mi gremio Capitular del que inmediatamente salio pa– ra esa Capital el Arcediano Don Simon Ximénez Villalva, llevando tras sí al Canonigo Don J ose Moso, sin que me hubiesen pedido li– cencia, ni avisadome por una carta los motivos de su retirada clan– destina. Yo he mandado que les apunten las rentas, y asi creo debe ser, pues aunque los peligros personales de los Prebendados pueden ex– cusarle la asistencia al Coro, y aun la residencia en los paises don– de son beneficiados, se debe pensar de otro modo cuando los inte– reses de la defensa son comunes al Cuerpo Civil y al Eclesiastice; y siendo los individuos por su graduación necesarios para el respe– to de la Ciudad, y para contener a los que, precipitados del temor, no distinguen a los sujetos cuya conducta deben seguir como sobre– salgan en su representación; esta forzosa reflexion me ha hecho ver, con horror y como injuria, la sugestion de varios, para poner en sal– vo mi persona expuesta como principal objeto al furor del Rebel– de irritado, con las censuras y pastorales que posteriormente he di– rigido a mis Curas, para que fijen con sus continuas exhortaciones en los corazones de sus feligreses la felicidad y amor al Rey, apar– tandoles de las reducciones del fanatice, a quien no se ocultan aun mis operaciones en esta Ciudad, en lo concerniente a los preparati– vos de guerra, y de la compañia de mas de doscientos eclesiastices que publicamente asisten al ejercicio comun con armas, entregada por mí al brazo secular y al mando del Inspector. Por estos ejemplos que doy, ha sido en su clase mas escandalo– sa la fuga de ambos Canónigos, sino tanto poco menos que los de Andia. Ellos apoyaron su temeraria resolución en la calidad de eu– ropeos, alegando que éstos son especialmente perseguidos por el Re– belde; pero como esta excepcion ni funda el perdimiento de respeto a su Prelado, ni reserva a los <lemas europeos, sin cuya constancia infaliblemente tomarían la Ciudad los indios, siendo bien conocida de todos la simulacion con que quiere alucinar el Tirano en la pro– testa de reservar a los Criollos, ya porque en la mortandad de San– garara de cerca de ochocientos hombres, solo fueron diez y seis los europeos, y ya porque después ha dado muerte a varios criollos co– nocidos por él como tales, sorprendiendolos de propósito en sus ca– sas y haciendas; se ve que es facil este efugio, y solo pensando para
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