La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión
324 DOCUMEN TOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU Señ ora Gober nadora .-Muy Señora mía y toda mi veneración. -Celebr aré que esta halla a Vuestra Merced con toda felicidad pa– r a mi amparo; yo por estar enfermo, n o vengo en persona a postrar a sus pies, y sólo despacho al portador de ésta que es mi sobrino, p ara qu e vuestra Merced nos favorezca en justicia, y por Dios que soy un pobre s acerdot e , Ayudante de esta Doctrina, a quien robó doscient os pesos en plata u n mozo llamado Gregario Chávez, desga– jándome los cimientos de una pared, y este tal vive en la casa don– de estoy, y he hallado evidentes señas, como consta al Alcalde ·y personas fidedignas , que contradicen a lo que él alega, diciendo que se huyó al cerro, por miedo de que ven ían los del Cuzco; y así su– plico a Vuestra Mer ced, como a madr e de los pobres, se sirva de dar– me licen cia para hacer prender, aunque ya le hice prender. Hiz0< fu– ga an och e, como con st a al Alcalde; también me quiso perder el res– jet o, no mirándome que soy sacer dote; por tanto, suplico me conce– da lo que le pido, m ientras ruego a Dios Nuestro Señor, guarde a Vuest r a Merced muchos años.- Muy señora mía, besa la mano su m ás rendido Capellán .-Licenciado Martín Castilla. Despách ame preso a Don Andrés Cast ello, porque éste hace muchas extorsiones en todos los pueblos que va, de modo que pue– den rebelarse contra nosotros, pues en L angui h izo los destrozos que pudo en casa de (Francisco) Santa Cruz (que aquí se halla enfer– mo con una herida) saqueándole toda su casa, repartiendo todos sus bienes a los soldados que le acompañaron, hasta su r opa y vestidos así pertenecientes a él como a su muj er, y doscientos setenta y sie– te pesos que tenía en plata, sin dejarle hasta la precisa manuten– ci6n; con tal estrépito que llegó al exceso de atrincar y maltratar a dicha su mujer. Yo creo que la comisión que le diste n o se extendía hasta tanto, y así necesita una corrección que pueda contenerlo, y que se haga responsable a la satisfacción de toda aquella pérdida; y no hay que darle otro comisión, porque dirán que vamos contra todos. Que igual destrozo hizo con Agustín Moscoso, que de todo te impondrá el portador; y de cómo fué (todo) por influjos de unos mozos Rodríguez, enemigos de Santa Cruz, que no es capaz de ha– cer ningún per juicio a nadie. P or la inclu sa, de Doña Tomasa (Titu Condemayta) te impon– drás lo que en el día hay. Yo le escribo previniéndole -no se ·descui– de en echar su gente a los l ugares convenientes. ·
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