La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

330 DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU vida, porque veo el poco anhelo con que ves este asunto tan grave que corre con detrimento la vida de todos, y estamos en medio de los enemigos que no tenemos ahora segura la vida; y por tu causa están a pique de peligrar todos mis hijos, y los demás de nuestra parte. Harto te he encargado que no te demores en esos pueblos don– de no hay que hacer cosa ninguna; pero tú te ocupas en pasear sin traer a consideración que los soldados carecen de mantenimiento, aunque se les dé plata; y ésta que ya se acabará al mejor tiempo; y entonces se retirarán todos, dejándonos desamparados, para que pa– guemos con nuestras vidas; porque ellos (como habrás reconocido) solamente van al interés y a sacarnos los ojos de la cara; y más aho– ra que los soldados se van retirando, con la voz que Vargas y Oré habían esparcido de que los de Lampa unidos con otras provincias y Arequipa, te van a cercar, y se han amilanado, procurando remon– tarse temerosos del castigo que le pudieran sobrevenir; y se perde– rá toda la gente que tengo prevenida para la bajada al Cuzco; y és– te se unirá con los soldados de Lima, que ya tiene muchos días de camino. Todo esto te lo prevengo, como que me duele; pero si tú quie– res nuestra ruina, puedes echarte a dormir, como tuviste el desaho– go de pasearte solo por las calles del pueblo de Yauri, hasta que lle– gaste al extremo de subir a la torre, cuando en tí no cabía pasar a estos excesos en la estación presente; pues estas acciones no corres– pondían a tu honor, sino a difamarte y que hagan poco concepto de tu persona. Yo creí que de día y de noche estuvieses entendiendo en dispo– ner estos asuntos, y no tanto descuido que me quita la vida, que ni aun ya tengo carnes ni estoy en mí, y así te pido adelante este par– ticular. Tu me ofreciste cumplir tu palabra, pero desde ahora no he de dar crédito a tus ofrecimientos, pues me has faltado a tu palabra. Yo no siento perder mi vida, sino la de esta pobre familia que necesita todo auxilio; y así, si viniesen los de Paruro, como te insi– nué en mi anterior. Estoy pronta a caminar con la gente dejando a Fernando en un lugar destinado, pues los indios no son capaces de moverse en este tiempo de tantas amenazas. Bastantes advertencias te dí para que inmediatamente fueses al Cuzco pero has dado todas a la barata, dándoles tiempo para que se

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