La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU 379 esa ciudad se egecutan tantos horrores, ahorcando sin confesion á varios individuos de mi parte, y arrastrando otros, me ha causado tal dolor, que me veo en la precision de requerir á ese cabildo contenga á ese vecindario en iguales excesos, franqueándome la entrada á esa ciudad: porque si al punto no se cumple esto, no podré tolerar un instánte de tiempo mi entrada en ella á fuego y sangre, sin reserva de persona. A este fin pasan el R. P. Lector Fr. Domingo Castro, el Dr. D. Ildefonso Bejarano y el capitan D. Bernardo de la Madrid, en calidad de emisarios, para que con ellos se me dé fija noticia de lo que ese Ilustre Cabildo resolviese en un asunto de tanta importancia: el que exige rindan todas las armas, sean las personas de cualquiera fuero, pues en defecto pasarán por todo el rigor de una justa guerra defensiva. Sin retener por ningun pretesto á dichos emisarios, por– que representan mi propia persona, sin que se entienda sea mi ánimo causar la menor estorsion á los rendidos, sean de la clase que fuesen, como ha sucedido hasta aquí. Pero si obstinados intentan seguir los injustos hechos, experimentarán todos aquellos rigores que pide la divina justicia, pues hasta aquí la he visto pisada por muchas per– sonas. La mía es la única que ha quedado de la sangre real de los Incas, reyes de este reino. Esto me ha estimulado á procurar por todos los medios posibles á que cesen en el todo las abusivas introducciones; que por los mismos corregidores y otros sugetos se habían plantifi– cado; colocándose en todos los cargos y ministerios unas personas ineptas para ellos, todo resultante contra los míseros indios y demas personas, y disposiciones de los mismos Reyes de España, cuyas leyes tengo por esperiencia se hallan suprimidas y despreciadas, y que desde la conquista acá, no han mirado aquellos vasallos a adelantar– las, sino que su aplicación es á estafar esta mísera gente, sin que res– piren á la queja. Esto es tan notorio, que no necesita mas compro– bante sino las lágrimas de estos infelices que há tres siglos las vierten sus ojos. Este estado nunca les ha permitido contraerse á conocer el verdadero Dios, sino á contribuir á fos corregidores y curas su sudor y trabajo: de manera que, habiendo yo pesquizado por mi propia persona en la mayor parte del reino el gobierno espiritual y civil de estos vasallos, encuentro que todo el número que se compone de la gente nacional, no tiene luz evangélica, porque les faltan operarios que se la ministren, provinien do esto del mal egemplo que se les dá. El egemplar egecutado en el corregidor de la provincia de Tinta, lo motivó el decirme que yo iba contra la iglesia y para contener los <lemas corregidores, fué indispensable aquella justicia. Mi deseo

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