La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU 39 14. 1777. MUY PODEROSO SEÑOR: Don José (Gabriel) Túpac Amaro, Cacique y Gobernador de los pueblos de Surimana, Tungasuca y Pampamarca, en la provincia de Tinta; en los autos con Don Diego Felipe Betancur sobre la descen– dencia de Don Felipe Túpac Amaro, último Inca, Señor del Perú, que falsamente se atribuye y lo demás deducido, alegando de bien pro– bado, digo: que de justicia se ha de servir Vuestra Alteza declarar por bastantes y cumplidas las pruebas y calificaciones de la descen– dencia de dicho Don Felipe, de sucesión en sucesión, hasta mi perso– na; y que el citado Don Diego Felipe Betancur no es descendiente del citado Don Felipe Túpac Amaro, declarando por falso los instru– mentos, en virtud de los cuales con obrepción y ~ubrepción ha ob– tenido los privilegios y declaraciones de este Superior Gobierno, en perjuicio de los verdaderos sucesores, imponiéndole las penas de falsarios, lo que es conforme a Derecho. Es la verdad de tal privilegio que, aunque la insidia, la cavila– ción y el orgullo de los hombres intenten confundirla, siempre re– sulta al fin en su esclarecimiento que ella misma se funda. Sucede esto puntualmente en el caso en cuestión; ha querido Don Diego Fe– lipe Bentancur ser descendiente de Don Felipe Túpac Amaro, últi– mo Inca, Señor del Perú, levantándole un falso testimonio a la na– turaleza, que ni quiso darle este privilegio ni esta suerte; y es pre– ciso que esta falsa indicción le salte a la cara, en circunstancias en que un verdadero interesado le disputa, le contradice y le niega esa descendencia. Yo y mis mayores le hubiéramos hecho esta misma re– pulsa, si con éstos se hubiese sustanciado la pretensión de Doña Manuela Túpac Amaro, en la falsa información que dió el año de seiscientos ochenta y tres, y le hubiera yo contradicho la provisión superior de fuero y privilegios, que subrepticiamente obtuvo el año de mil setecientos sesenta y cinco, confirmatoria de la que con la misma obrepción y subrepción, logró Doña Manuela, su madre, el año de seiscientos noventa y uno, fundados en unos falsos instru– mentos, que se hicieron pasar por verdaderos. Los autos están ya en cuatro cuadernos abultados que componen más de quinientas fojas que no le parecerán muchas al que viere que en ellos se ponen testimonios hasta de las historias impresas, y a los que vieren los escritos de Don Vicente José García, que después de

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