La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

40 DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU las impertinencias que comprenden, necesitan de mucho papel y de mucha tinta para sólo estampar su firma. Pero sus mismos efugios, sus mismas incubaciones y sus mismos artificios han de hacer en mucha parte mi defensa, y han de manifestar la debilidad y aún la desesperación de sus derechos, por la nimia diligencia con que se ha procurado probar lo que no se duda, dejando en descubierto el punto principal que se le niega. Yo pudiera, conforme a la Doctrina de los autores y a las ex– presas reales decisiones, redargüir de falsos los instrumentos contra– rios, para que como asunto previo y prejudicial se procediese crimi– nalmente hasta su punición y su escarmiento, sobreseyéndose en la causa civil; pero porque ésta está ya adelantada, y pudiera atribuir– se a debilidad de mis acciones, omito este recurso. De otra suerte probada, probada previamente esa falsedad, se acababan los instru– mentos y los principios, de que la parte contraria deduce esa fi– gurada descendenpia de Don Felipe Túpac Amaro y por consiguien– te la disputa que sobre ella se versa, sería inoficiosa e inútil; pero la sabia integridad de Vuestra Alteza, que tanto cela el cumpli– miento de las leyes, las hará efectivas en la punición de las falseda– des que contienen dichos instrumentos, como lo protesto demostrar. Siguiendo el orden de este alegato, fundaré con documentos de indubitada fe, por su antigüedad y circunstancias, que soy descen– diente, por sucesión en sucesión, de Don Felipe Túpac Amaro, Inca; y fundaré que no lo es ni lo puede ser dicho Don Diego Betancur por la falsedad de sus instrumentos y por las incontestables razo– nes, que de ellos mismos se deducen incompatibles con su misma ma– teria y con sus mismas intenciones, que son las dos partes en que se divide este alegato. En cuanto a la primera encontrará Vuestra Alteza probada mi descendencia y entroncamiento con el citado Don Felipe Túpac Ama– ro, Inca, último Señor de estos Reinos. Por el instrumento que co– rre testimoniado a fojas una, cuaderno cuarto, consta que Francis– co de Vilela, Protector de los naturales de la ciudad del Cuzco, se presentó ante aquel Corregidor Don Pedro de Córdova y Mejía del Orden de Santiago, en nombre de la Coya Doña Juana Pilcohuaco, mujer legítima de Don Diego Felipe Condorcanqui, pidiendo se le recibiese información de ser dicha Coya Doña Juana, hija natural del Inca último Don IFelipe Túpac Amaro, nieta de Manco, Inca, Y bis– nieta de Huayna Cápac, Señores que fueron de estos Reinos; Y por consiguiente, prima hermana de Doña Beatriz Clara, Coya, Y pri– ma segunda de Doña María de Loyola y de Don Melchor Carlos.

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