La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU 65 Amaro. Supongo que este testimonio se dió sin mi citación; y que aunque está autorizado de Tomás de Villavicencio, Escribano Públi– co, es todo de letra de Don José Vicente, que lo noto para lo que después se dirá. El fin de este testimonio y de esta undécima res– puesta del testigo, no fué otro que el de ostentar Don José Vicente las pomposas, fantásticas reflexiones, para que se conozca el pala– dar de genio que tiene dicho Don José Vicente; porque a la verdad, sino se adivina, o sino se incuba con mucha molestia, no se puede entender lo que dicen las tales reflexiones. ; y~ ir-- . , Lo que yo he podido entender es una cuenta alegre que hace de la edad de Don Felipe Túpac Amaro, por la respuesta de dicha undécima pregunta, en que el testigo dice ser de edad de más de setenta años, y que en una hermana suya tuvo Manco Inca, por hi– jo, al citado Don Felipe. Considere Vuestra Alteza este instrumento de calificación, estos cómputos de años, y estas cerebrinas reflexio– nes de Don José Vicente. Bien se conoce que todo ha sido dirección suya, porque de otra suerte hubiera procurado arreglar sus pruebas a aquellas formalidades, que en el Derecho se hacen fidedignas . ¿Por qué no produjo esa información ante el Juez de la causa? ¿Por qué no la pidió con mi citación, para que yo la reconociese? ¿Por qué este arbitrio de estar huyendo de su colitigante, cuando su intervención y su noticia había de dar todo el vigor a su prueba? Ya se sabe todo lo que ésto significa; porque de otra suerte, al buen pa– gador no le duelen prendas, ni al litigante que procede con limpie– za le perjudica, y antes, sí, le aprovecha hacer sus pruebas a cara descubierta, de que resulta su mayor fe y su mayor esclarecimiento. Conque la tal undécima pregunta de un testigo, entre otros, que tendría esa Información, aún permitiéndole su fe, no pasa de una imaginación singular, quedando siempre en su vigor el inconvenien– te fundado de que Don Felipe Túpac Amaro, que apenas había na– cido el año de mil quinientos cuarenta y cuatro, no pudo tener en– tonces hijo y nietos, y por consiguiente que la Real Cédula de pri– mero de Octubre de mil quinientos cuarenta y cuatro es falsamen– te subrogada en ese imaginario Don Juan Tito Túpac Amaro, hijo supuesto de Don Felipe. Pero no es menester más que ver el testimonio de dicha Real Cédula, presentada a fojas diez y seis, cuaderno segundo; que aun– que tiene los vicios de ser testimonio de testimonios, hace prueba contra quien la produce. Ya he dicho y vuelvo a decir que esta es una Real Cédula, librada a favor de Don Alonso Tito Atauchi, sin que se haya hecho otra cosa que copiarla, mudando el nombre de Don

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