La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU 737 rá morir con el instrumento; lo que verificado se la colgará en la horca, sin que de allí la quite, hasta que se mande, persona al– guna. Y luego será descuartizado su cuerpo, llevando la cabeza al cerro de Piccho, que será fijada en una picota, con una tarja en que se leerá su delito; un brazo a Tungasuca, otro a Arequipa, y una de las piernas a Carabaya conduciéndose lo restante de su cuerpo al mismo cerro de Piccho, donde será quemado con el de su marido, en el brasero que estará ahí, dando razón documentada los respectivos Corregidores de haberse efectuado y publicado esta sentecia por Bando. Y más la condeno en perdimiento de todos sus bienes, apli– cados a la cámara de Su Majestad; y resultado del embargo man– dado hacer, por el auto de fojas 6, tener alguna caso o casas, serán estas arrasadas a vista de todo el pueblo ,donde existieran. Así lo pronuncio y mando por ésta mi sentencia, definitivamente juzgando.- José Antonio de Areche. En la ciudad del Cuzco a 16 de Mayo de 1781, el Señor Don Be– nito de la Mata Linares, del Consejo de Su Majestad, Oidor de la Real Audiencia de Lima, habiendo entendido que Micaela Bastidas, puesta en capilla para ejecutársela la sentencia dada contra ella, tiene que declarar, pasó inmediatamente a ella; habiéndole recibido juramento según Derecho, por Dios Nuestro Señor y una señ al de cruz, la preguntó: expresase lo que tenía que declarar, y dicha Mi– caela dijo, que antes de venir a Piccho, se guardó en su casa los mueblas, trastos y plata labrada del Cura de Pampamarca, no porque los enviase dicho Cura, sino porque la que declara le tenía afecto, y que no se los robasen; la plata labrada era once platillos, dos medianos, una palangana grande, una rueda, un cucharón, seis ta– zas, una bacinica, un chocolatero, dos bandejas grandes, dos chiqui– tas, libros, un sitial del Señor de Tungasuca, sus jarras de plata de altar, cuatro o seis mallas de plata, ropa blanca, un San to Cristo; que entre los citados bienes fueron dos petacas de Don Ildefonso Bejarano, que sólo tenían vestidos y libros; un cajón de ornamen– tos que llevaron unos indios de Azángaro, con algunas alhajas de plata, que no sabe la que declara de quién eran, cuyos muebles quedaron en Tinta. Que en Tungasuca tenía una india u n a petaca, que la dicha india se llama Tomasa Condori, que no sabe de dónde vino, que la trajo un mozo de Yanaoca, cuyo nombre y apellido ig– nora, pero que es hijo de Esteban Zamora, que vive en dicho pue– blo; y que en dicha petaca había unos vestidos de mujer y de hom– bre, y un mediano de plata; que dicha india tenía otras dos peta– cas con dos cajas, seis calzones, dos volantes, tres chupas, chalecos

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