La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU 745 ayudantes, es legal, sufran igual pena que los factores, cuya prueba parecía en el careo establecida; es el todo del fundamento. Es de advertir que el Rebelde se mostró sanguinario, aun con los que parecíanles indiferentes; notóse en estas regiones cuanto pro– penden para atraer a su partido a la gnte. No perdonaba calidad ni encontrándolos reluctantes, y así sucedió con Tomasa, a quien des– truyó a los principios por repararla omisa de manera que la hostili– zó en su persona y bienes, para comprobación de esta aserción, se halla la declaración de fojas 2 vuelta de Diego Ortigosa, y aunque Don Francisco Cisneros simula esta calidad era por hallarse herido de las de mi clase o no haberle ocurrido. El primero que es Galle.guillos depone de oídas, que al princi– pio le auxilió; estos hechos no hacen fe, porque en causas de este calibre deben de ser las pruebas claras, y más cuando no son anti– cuadas y los hechos rudamente lo contradigan; porque aunque es in– controvertible que un testigo hace plenitud de probanza en las de la especie, pero es manifiesto que asegure el constarle y no se re– vista de la calidad de Galleguillos. El es en su expresión único, no se halla discernimiento en los que testifican, y si lo hubiere preci– samente había de ser a su favor, implica ser del partido y anda fu– gitiva de los indios. Para proceder con exactitud en causa de tan– ta atención, es necesario suponer que el incendio de sus heredades y prisión se originó de la resistencia que encontró el Rebelde en Tomasa; y si ésta hubiese visto las ejecuciones de aquel malvado, le hizo (rendimiento) para asegurarse. Su pusilanimidad, por su na– turaleza y sexo es patente; y atendiéndose al trabajo que ésta pa– saba, se sigue por involuntarios sus hechos. En este estado le parece al Defensor de la Tito Condemayta, no piden tan acerba pena sus demostraciones incautas, y sus induccio– nes se debieron a precaver su vida; y los autores, tratándose de es– te propósito, la libertan. Ni es bastante la testificación del Rebelde y Banda en el careo, porque en los últimos razonamientos, añadió la causal por qué pre– tendió la correspondencia por cartas y demostraciones que no se la contradijo, seguramente, porque estos dos así lo sintieron. Ella ig– noró en el origen de los designios y los coactos; en semejantes casos los indemnizan las leyes y sus penas; la doctrina es dada al sentir de Julio Claro y otros que por él se citan; con que siendo constan– te lo relatado, no queda duda el que la piedad de Vuestra Señoría labre la inocencia de esta miserable; por todo ésto y por lo igno– rante de lo que fraguaba Túpac Amaro, se hace merecedora a la

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