La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU 769 y no se mira á que de otro modo estan aventurados los caudales, ó sagradas rentas del Estado. Sabiendo igualmente él y los de su mal educada nacion, que ningunas otras pensiones reales pagan, y aun cuando las pagáran, la religion y el vasallage les dicta, ense– ña y demuestra el cumplimiento de lo mandado en este punto por los legítimos superiores, atendiendo á que estos no anhelan á otra cosa, que á subirlos á su mayor y mas completa felicidad, y que estos derechos son precisos é indispensables para la defensa de nues– tra amada y venerada Santa Iglesia Católica, para amparo de ellos, y de los otros, sus con-vasallos, manteniéndolos en justicia, ó pa– ra defenderlos contra toda potestad enemiga, ó cualesquiera perso– na que les insulte ó insultase, perjudique ó perjudicase en sus vi– das, en sus bienes, en sus haciendas, en su honra, y en su quietud ó sosiego. Considerando, pues, á todo esto, y á las libertades con que convidó este vil insurgente á los indios y demas castas, para que se les uniesen, hasta ofrecer á los esclavos la de su esclavitud; y reflexionando juntamente el infeliz y miserable estado en que quedan estas provincias que alteró, y con dificultad subsanarán, ó se restablecerán en muchos años de los perjuicios causados en ellas por el referido José Gabriel Tupac Amaro, con las detestables máximas esparcidas, y adoptadas en los de su nacion y sócios ó confederados á tan horrendo fin; y mirando tambien á los remedios que exige de pronto la quietud de estos territorios, el castigo de los culpables, la justa subordinacion á Dios, al Rey y á sus Minis– tros, debo condenar, y condeno á José Gabriel Tupac-Amaro, á que sea sacado á la plaza principal y pública de esta ciudad, arras– trado hasta el lugar del suplicio, donde presencie la ejecucion de las sentencias que se dieren á su mujer Micaela Bastidas, sus dos hijos Hipólito y Fernando Tupac-Amaro, á su tio Francisco Tupac– Amaro, á su cuñado Antonio Bastidas, y algunos de los principales capitanes y auxiliadores de su inicua y perversa intencion ó pro– yecto, los cuales han de morir en el propio dia; y concluidas estas sentencias, se le cortará por el verdugo la lengua, y despues amarra– do ó atado por cada uno de los brazos y pies con cuerdas fuertes, y de modo que cada una de estas se pueda atar, ó prender con faci– lidad á otras que prendan de las cinchas de cuatro caballos; para que, puesto de este modo, ó de suerte que cada uno de estos tire de su lado, mirando á otras cuatro esquinas, ó puntas de la plaza, marchen, partan ó arranquen á una voz los caballos, de forma que quede dividido su cuerpo en otras tan tas partes, llevándose este, luego que sea hora al cerro ó altura llamada de Picch u, á donde tuvo el atrevimiento de venir a intimidar, sitiar y pedir que se le rin-

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