La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU 775 tos, que fueron los siguientes: - José Verdejo, Andres Castelo, un zambo, Antonio Oblitas (que fué el verdugo que ahorcó al ge– neral Arriaga), Antonio Bastidas, Francisco Tupac-Amaro, Toma– sa Condemaita, cacica de Acos, Hipólito Tupac-Amaro, hijo del traidor, Micaela Bastidas, su muger, y el insurgente José Gabriel. Todos salieron á un tiempo, y uno tras otro venian con sus grillos y esposas, metidos en unos zurrones, de estos en que se trae yerba del Paraguay, y arrastrados á la cola de un caballo aparejado. Acom– pañados de los sacerdotes que los auxiliaban, y custodiados de la correspondiente guardia, llegaron todos al pié de la horca, y se les dieron por medio de dos verdugos las siguientes muertes. A Verdejo, Castelo, al zambo y á Bastidas, se les ahorcó llana– mente: á 'Francisco Tupac-Amaro, tio del insurgente, y á su hijo Hipólito se les cortó la lengua antes de arrojarlos de la escalera de la horca: y á la india Condemaita se le dió garrote en un tabla– dillo, que estaba dispuesto con un torno de fierro que á este fin se había hecho, y que jamas habíamos visto por acá: habiendo el indio y su muger visto con sus ojos ejecutar estos suplicios hasta en su hijo Hipólito, que fué el último que subió á la horca. Luego subió la india Micaela al tablado, donde asimismo, á presencia del marido, se le cortó la lengua, y se le dió garrote, en que padeció infinito, porque teniendo el pescuezo muy delgado, no podía el tor– no ahogarla, y fué menester que los verdugos, echándole lazos al pescuezo, tirando de una y otra parte, y dándole patadas en el estó– mago y pechos, la acabasen de matar. Cerró la funcion el rebelde José Gabriel, á quien se le sacó á media plaza: allí le cortó la len– gua el verdugo, y despojado de los grillos y esposas, lo pusieron en el suelo: atáronle á las manos y pies cuatro lazos, y asidos es– tos á la cincha de cuatro caballos, tiraban cuatro mestizos á cuatro distintas partes:- espectáculo que jamas se habia visto en esta ciudad. No sé si porque los caballos no fuesen muy fuertes, ó porque el indio en realidad fuese de fierro , no pudieron absolutamente divi– dirlo, despues que por un largo rato lo estuvieron tironeando, de modo que lo tenían en el aire, en un estado que parecía una ara– ña. Tanto que el Visitador, movido de compasion, porque no padecie– se mas aquel infeliz, despachó de la Compañía 1 una órden, man– dando le cortase el verdugo la cabeza, como se ejecutó. Des– pues se condujo el cuerpo debajo de la horca, donde se le sacaron los brazos y pies. Esto mismo se ejecutó con las mugeres, y á los demas se le sacaron las cabezas para dirigirlas á diversos pueblos. 1 Colegio de los Jesuitas, donde estaba el Visitador Areche mirando las Justicias.

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