La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

784 DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC A.MARU El dia 7 de Enero como a las 5 de la tarde le mandaron 160 hom– bres, y un Pedrero con su artillero. Esta noche hubo bastante fatiga en velar su Puesto, y el dia ocho a las once le presento el rebelde la batalla con todo el rigor de su fuerza, y de primera instancia tuvo ya desalojado a dicho Lay– sequilla; pero este Oficial volbiendo por su honor, animo su gente con el mayor vigor, recupero y rechazo al Enemigo con un vigoro– so fuego hasta la una del día que el Rebelde bolvio con mas em– peño, y lo pu.so en estado de volberlo a desalojar, pero no lo con– siguió. En este intermedio pedía Laysequilla a la Ciudad el amd– lio que tanto necesitaba: la demora en remitírselo era mucha; pe– ro hallandose este Oficial tambien quisto, y que corrían voces de hallarse muy herido, lo mas de la Chapetonada y algunos Criollos se violentaron y fueron en su solicitud que llegarían a sitio como, a las dos y media de la tarde. Yo arreglado al orden que tenia, monté en mi Cavallo con mis armas, y bien aperado de municiones me presenté a la puerta del Quartel, y no hallando a ningun Gefe, tire apresuradamente al Ce– rro de Piccho donde me incorporé con el nuevo refuerzo echando pie a tierra, con mi escopeta como el mas mínimo soldado, con lo que recibió gran consuelo, y se animo Laysequilla, pues el fuego que se hacia era incesante con lo que el Enemigo ya demostró al– guna cobardía, porque los nuestros iban avanzando y ganando al– gun terreno del contrario. En estas fatigas estabamos quando a las cinco de la tarde vi– no de auxilio la Compañia del Comercio, y un Pedrero. Entro a la Guerra con el mayor empeño y obediencia al Comandante Layse– quilla, asegurandole el Capitan Dn. Simon Gutierrez que su deter– minacion y la de todos sus Soldados era sacrificar sus vidas en de– fensa de la Religion, Rey y Patria, con cuyo esfuerzo siguió la ba– talla hasta la Oracion, dexando a la retirada del rebelde en nues– tro campo seis o siete muertos, y como 30 heridos; pero en el con– trario se advirtió quedar regado de cadaveres; y estando ya para retirarnos vino una bala de cañon que partio por el pecho a un soldado que estaba a mi derecha, de modo que me salpicó de san– gre; y viendo tambien al Comandante Laysequilla lastimado del pe– cho de un cañonazo de Metralla de piedra arenisca que le dispara– ron, monte en mi cavallo, y baje a la Ciudad a dar parte al Sr. Co– mandante de las Armas Dn. Gabriel de Aviles, para que despache al campo otro Gefe, y que viniese Laysequilla a curarse.

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