La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU 803 ra quitarse las monteras, en cuyo cumplimiento de mi obligacion les reprehendi tamaña irreverencia contra todo un Dios Sacramen– tado. A lo que me respondieron con bastante encono, cumplian con lo que les tenia mandado su Rey Inga, cuyas ordenes obede– cian: a que agregados el nominado Tomas Callisaya y al que asi mismo no tuviesen los Yndios su Consultas en otros lugares que no fuesen los Cerros, procurando no comer Pan, ni beber agua de las Pilas o, Estanques, sino enteramente separarse de todas las cos– tumbres de los Españoles". Oyda que fue esta especie de preceptos, o Leyes nuevos por los Yndios con bastante atencion, y que el citado Rey Fiscal To– mas Callisaya desató el nudo del hilo que tenia en la mano, for– maron tanto alboroto, y tanta griteria, que siendo la algazara un total desconcierto, mas parecia que bramaban, o rugian las Fieras, causando indecibles confusiones: de modo que a todo este aparato tan impensado, y que al punto se observaban aquellos ordenes sin faltar en un apice, puestos en formal tumulto se arrebataron a la Yglesia contra todos aquellos refugiados en ella. Y como estu– viese yo defendiendo en lo mas posible la honra de Dios, ya con amenazas cariñosas, y ya con insinuarles la ira con que este Sobe– rano Juez los castigaría a vista de que se atreviesen a profanar sus templos, no hay duda se contuvieron un tanto, para lo que hi– cieron cierta pausa y consulta en el cementerio de dicha Yglesia; mas a resulta de nuevos gritos y algazara intentaron bolverse a en– trar a executar la Sentencia contra las cien almas poco mas o menos que se hallaban refugiadas, lo que contuvo un Yndio JULIAN TICUNA (quien ya era Capitan puesto por el referido Rey Fis– cal) pero con el malvado intento de que a mi, y los <lemas refugia– dos se nos encerrasen en la Yglesia, que alli pereciesemos abra– sados, para lo que irremisiblemente iban a incendiarla. En vista pues de tan crueles resoluciones, y de que los cons– pirados Enemigos instaban mas de físico profanar el templo de la Deidad de Nuestro Dios y Señor, no tuvimos los principales re– fugiados otro mayor auxilio, ni otra resignacion que la de cada qual tomar en la mano un Cruxifixo, una Cruz, o la insignia que se podía de Christiano, y salir con impetuoso fervor de contricion fue– ra de aquel Sagrado a el destino de cumplir el sacrificio, y mar– tyrio tan no imaginado: cuyo tan humilde y reverente acto no cau– só poco alivio a mis tribulaciones, mucho mas en las circunstan– cias de que aun no bien llegasemos a el Patíbulo o lugar del Ca– bildo, quando fueron arrebatados los hombres Españoles de los Yndios, y las mugeres Españolas de las Yndias sin que huviese

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