La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

804 DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU poder ni razon que contuviese tan barbara execucion hasta en las criaturas: haviendose formado en aquel teatro un funestisimo lago de sangre que al fin fue vertida de dichas poco mas o menos cien almas entre vecinos de ambos sexos, niños, y Novenantes que iban y ve– nian de aquel Santuario de Copacavana y tambien de algunos Yn– dios que eran Cobradores, o dependientes del Corregidor, y parece no quisieron unirse a las intenciones de dichos Yndios alzados: a quienes propuse lamentandome, se sirviesen abrirme una Sepultura para enterrar aquel numero de cuerpos a que increparon no hiciese tal absurdo, pues era orden expresa del Ynga Rey, el que fuesen precisamente botados en los campos, atento a que eran todos los Es– pañoles unos Excomulgados, y tambien unos demonios, de suerte que el privilegio de sepultura Eclesiastica solamente ellos la gozaban, por la que echaron mano de dichos Cuerpos, y los arrastraron a los extramuros de dicho Pueblo: siendo cierto que insaciables y hechos Lobos Carniceros se compartieron a las -Estancias de aquel Distrito en seguimiento de hacer el mismo sacrificio con quanta especie de Españoles encontrasen lo que no hay duda practicaron, ocurriendo despues a tomar los espolios que, se repartieron segun sus .gradua– ciones, y las azañas que cada cual representaba. Viendome pues en la constitucion tan lamentable, y en poder de tantos tiranos, quienes no vociferaban otra idea que la destruccion de Españoles, no procuraba ya otro desahogo que el librarme de la Compañia de ellos, principalmente quando era imposible reducirlos a un atomo de quietud y descanso en sus nuevas altibeces: lo que Dios se sirvio concederme al tercero dia siguiendo mi derrota a ver a mi Prelado en el Convento de dicho Santuario de Copacavana, donde asi mismo el dia 24 del citado mes de Marzo hubo mayor alzamiento, mayor numero de Españoles degollados, y mayor con– fusion, que el referirlo fuera inacabable; de modo que por ver si se aquietaba tanto aparato, y porque no encontrarnos en la tormenta otro remedio que la disposicion de morir, hicimos todos los Religio– sos penitencias publicas, y exortaciones debidas a los rebeldes. Mas no fue posible, porque todo lo despreciaban, y antes si los Comisio– nados, Reyes, Fiscales, Capitanes generales, y demas Ministros que sugerían y mandaban el tumulto, gritaban se pasase a la degollacion de los Padres, y a la destruccion del templo, y que se llevase la Ima– gen milagrosa de Ntra. Sra. de Copacabana a otra parte; para lo qual, y busca r ante todas cosas la persona del Corregidor de la Pro– vincia de Omasuyo, se entraron con bastante irreverencia dos Yndios Rey es F iscales, y otros de retaguardia al Sagrario de Nuestro Amo, y flecamarin de Nuestra Señora sin el menor respeto ni veneracion,

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