La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU 807 punto perdiera la vida, como que tuve la experiencia de ver se de– gollaban a varios prisioneros que solo parecian estar tristes, atri– buyendoles que aquel semblante mostraban por hallarse entre Yn– dios, y no entre los Españoles como ellos. Por lo que, aunque a mi, y a los demas Sacerdotes, Curas, y Ayudantes que hacien traer for– zados, y los ponía en otro toldo en calidad de presos, nos sorpTen– dia e intentaba degollar: lo que reparado, y echandonos a sus pies, le persuadíamos no era capaz el semblante de acreditar otra cosa que el grande gusto de estar en su compañia disfrutando sus favores y gracias. Asi pasaba pues este nuevo mundo en continuos sobresaltos, y en tan cruel dilaceracion de espíritu, que a lo menos en los prin– cipios de los 28 dias que estuve alli no era dueño de mi, ni podía vivir con tan repentinas nuevas de estas y otras tragedias; como que a los cuatro dias llegó la de que habían muerto al Cura de Son– go Licenciado Dn. Feliz Gisberte a cosa de una legua del contorno del Alto por orden de uno de aquellos 24 Cablidos, y tambien otros varios Sacerdotes, y Curas en sus propias jurisdicciones, como fue el Dr. Dn. Sebastian Limachi, Doctrinero del Pueblo de Guaqui, que se supone lo mandó degollar el mismo Catari porque no quiso ab– solverle en ocasion que se confesó con el en el camino antes de llegar a su Curato quando iba de retroceso desde el Alto donde es– tubo llamado, y comminado para que no hiciese falta y cumpliese con lo que se le antojaba mandar este tyrano: de quien a vista de que sus Comisionados aun se excedían en el cumplimiento de sus Ordenes (de suerte que a poco tiempo ya tal vez no havrian Sacer– dotes quando no fuese mas que por robarles), procure recabar el co– mo podría sacarle una Carta circular en favor de estos: y no hay duda que la merecí principalmente para mi Convento, y los Cura– tos circunvecinos que estaban a perder sus vidas, y las Haciendas de sus Yglesias, que ya estaban saqueando a toda fuerza y en con– formidad que quedasen del todo arruynadas: en cuya virtud creo se huviesen contenido en la destruccion citada, segun tengo averigua– do despues: a que tampoco han ocurrido otras noticias sobre que huviesen muerto mas Sacerdotes. El trabajo que me costaría asi esta concesion, como el de rebo– car las repetidas Sentencias de Muerte contra los quatro Sacerdo– tes (unas veces cinco, o seis otras), fuera dilatarme, y nunca defi– nir su sentido, principalmente en las circunstancias gravisimas de haverse posesionado tanto de la embriaguez, que creo no dexaba de estar borracho dos horas en las 24, de dia y noche. En esta estabi– lidad sugeria a tal grado su tan barbara crueldad, que salia por vía

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