La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

808 DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU de ronda por toda aquella bastisima Poblacion acompañado de sus acateres, y lo primero que hacia era ver si en las familias de aque– llos Yndios havia muger que saciase sus carnales e insaciables ape– titos, sin precaber el menor escandalo, y antes si, propagando tan licenciosa vida en aquellos de su Consejo, Justicia, y Regimientos satisfechas de la pribanza, y de que aquel homicida les habría nue– vas veredas, y sumisiones aun en la mas incauta doncella; porque como estas y las demas viesen el poder de aquel reynar, y que sin embargo de la relacion contraída por la que tal vez mas se hubiese constituido a reportar el fin de su lascivia, tampoco, estaba libre de mayor o menor castigo; en consequencia de todos eventos, y de las sugestiones de aquellos malvados, tambien asentían a sus intencio– nes ya para que como aliados mitigasen qualesquier rebelion, y ya por no incurrir en una misma indignacion, respecto de sus tan uni– das disposiciones y trasgresiones, siendo cierto que esta costumbre exercia casi diaria y nocturnamente, sofocando a toda la Y~diada: intimandoles nuevas ideas de ganar la Ciudad para lo que y por que no la tenia ya ganada y destruida, azotaba de pronto y las ve– ves que quería a los Capitanes, Hilacatas, o Mandones, a unos a 50 Y a otros a 100, o mas azotes, y otros castigos crueles y ty;ranos, co– mo era hacer se degollasen a aquellos que no mostraban valor y concenso formal a sus precepto que precisamente habían de ser in– violables. Despues de practicado estas o mayores tyranias por todo el Cam– pamento sin excepcion de hora, pues varias veces madrugaba mu– chísimo, y vivía exactisimo en lo mas mínimo estimulado de su mu– ger que aun todavía era mas y mas carnicera, y la que concedía o no la revocacion de sus sentencias de modo que regularmente aque– lla ronda terminaba junto a su Palacio, o al toldo de los Curas donde estaban en calidad de Presos, y los hacia salir fuera y lle– var a un cierto lugar que se nombraba el Cabildo donde daban tres vueltas a imitacion de ajusticiados, y los hacia entrar en el Quartel y alli los paraba en fila, y a cada uno le decia lo que parecía, y se– gun lo que representaba, en cuya distribucion de merecimiento de cada uno y despues de improperarlos unas veces a todos, y otros a dos, o tres solamente, sentenciados a deguello, haviendo hecho pri– mero a sacar a presencia de ellos otros tantos pares de grillos quan– tos Sacerdotes eran, quienes viendose en tan grandes conflictos (ya se ve) que havian de hacer sino regar de lagrimas y confucion aquel teatro?. Esto visto asi mismo por mi, y llevado de aquella ternura y compasion fraternal, casi como satisfecho de que una y otra vez ya me havia concedido algun tanto de favor en la misma es-

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