La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

814 DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU rar hacerle guerra a Tupac Amaro para constituirme Yo solo el Monarca de estos Reynos". Y como era muy cierto que este pensamiento lo tenia de continuo en sus paraysos, iban y venian las noticias de lo que acaecía en la empresa. Unos decian: Ya vá, poco falta: en breve saldran huyendo, pues se estan disponiendo otras ideas de aban– zar, y ya hemos oido que estan los Caras ( que asi llemaban a los Españoles Mestizos) corriendo a cavallo, y haciendo alborotos de llantos y confusiones; y otros venían diciendo: No se puede entrar, mucho se defienden: es imposible, quiza hasta las quatro de la mañana: muchas balas vienen, y con tal primor que aun sin traquidos zumban por los oídos. Estas ultimas expresiones no solamente se las oi a los que venían de aviseros, sino a varios de los Yndios Principales que lo referían constantemente despues. Entre estas y otras diferencias no hay duda que rayó la me– jor Aurora para mi consuelo, y mayor confusion para aquella Legion tyrana. Decían estos unanimes que los Españoles eran bru– tos y demonios, pues a tanto aparato suyo se havian resistido; pero no obstante seguirian en la misma conformidad, como que asi lo hicieron en esa y subsequentes noches y aun en los res– pectivos dias hasta que perdieron las esperanzas, y tramaron ya entonces otros nuevos ardides, siendo el principal Director de estos el celebre tuerto Guaina Capac. Es cierto que como en el Alto nada se ignoraba de quanto se disponía y pasaban en pro o en contra de la Ciudad por medio de los muchísimos Desertores de ambos sexos, corría la noticia de que esperaban los Españoles el auxilio de los Charazanes, y de otros varios Lugares cercanos a Sorata, comboyados por un Dn. Juan Simbron. Ve aqui que ya el tuerto Guaina Capac tuvo mar– gen para la idea de formar con los vestidos y uniformes que tenían bastantes de los espolios, y de los que morian en la gue– rra, o a extramuros de la Ciudad a tiempo que salían en solicitud de traer leña, u otra cosa (que tal vez el destino, o la ingente ne– cesidad les precipitaba) unos Soldados o Compañías que sin em– bargo de ser compatriotas puestos estos en contraposicion fingie– sen pelear a lo vivo en la entrada del camino que llaman de Lima con algunos Yndios. Preparado todo asi a la vista de la Ciudad, hacian veinte correrias los Cholos e Yndios vestidos: ya desta– piaban el camino botando piedras, y ya corrian a cavallo otros en trages de Españoles. Esto mismo executo el imbentor Guaina Ca– pac que se puso muy galan y sobre un caballo enjaesado; pero

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