La rebelión de Túpac Amaru: la rebelión

80 DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU En la otra América, a instancias mías y de la soberana piedad y religioso espíritu del Rey, se queda tratando este asunto con el mayor cuidado y creo que Dios ha de ver allí y aquí esta causa co– mo suya, si nos conserva, así como en el rectísimo corazón de Su Majestad en el de sus Ministros y Gobierno el vigor y diligencia con que han mandado tratar este asunto de la mayor importancia para la religón y para nuestro estado. Echemos la vista a cualquie-ra de las partes donde hemos querido plantar y hemos plantado la Fe de Jesucristo y su Iglesia Santa, y hallaremos que siendo, al entrar numerosísima la gentilidad se nos desaparece luego de entre las ma– nos como nos solemos explicar; este desaparecimiento tiene muchas causas, algunas pueden descender de la diversa vida y trabajo en que entra el neófito o catecúmeno, y otras de la fuga o internación que hacen a vivir con los gentiles más separados, o de la que em– prenden vagando fuera de sus Reduciones contra el espíritu de las Leyes, que tanto encargan a sus inmediatos gobernadorcillos y jus– ticias la restitución como se puede ver en la 13 y 18 de este título. Paréceme que me he alejado mucho del punto de la mita que es el que mueve este expediente, pero según mi opinión estoy den– tro de él, y digo que ésta y los malos tratamientos que reciben los Indios son causas parciales, y acaso algo más para los Naturales va– yan cada día a menos, para que no tengamos tantos como tuvimos, y para que no prospere tanto su extirpe como quieren las Leyes, Y los ilustrados Gobiernos de nuestra Nación, y el que lleva Vuestra Excelencia con tanta heroicidad, vigor y rectitud en estas provin– cias, que la incomparable justificación del Rey le tiene fiadas, para señalar en estos vasallos y en estas tierras el amor, cuidado, y aten– ciones que le merecen desde el trono y con especialidad a los indios en que todos los demás convasallos tenemos un interés de primer orden y un bien de la primera necesidad. El "Repartimiento" de los Corregidores, los dineros parroquia– les, los servicios involuntarios, y otras mil cosas que sufren, por no sujetarse los que las cometen al espíritu de la Ley, tienen a los Indios en el estado en que se ven; pero en el Rey y en Vuestra Ex– celencia, en su nombre, hay vigor, hay justicia, y hay felices dispo– siciones para tomar y disponer algunos de aquellos suspirados de– cretos, que pueden interrumpir este mal y acaso extinguirlo en mu– cha o en la mayor parte con el tiempo; con que ganará mucho el Estado, los Naturales y la Real Hacienda en los tributos de que ya se apunta lo bastante.

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