La Rebelión de Túpac Amaru La Rebelión continuación

32 DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU (CONTINUACIÓN) el Cabildo, "gran dificultad" a la expresada, no sin mucha adverten– cia, porque solo puede hacerla tal la viveza, las conexiones, o el par– tido que parece se suponen, o su incognito Autor, sea este el que fuere. Del resto (y explicandose con aquella sinceridad y religiosa fran– queza peculiar de su profesion y con lo que trae de suyo su heroyco amor al Soberano) sienta como cosa indubitable que el Peru no contri– buye al Rey con aquella pequeña parte que le sacrifica al suyo todo vasallo de la tierra para conservar el todo, segun lo acuerdan los De– rechos. Con la misma naturaleza (Bien que se prescinde de la posi– bilidad o incapacidad del Reyno para llenar tan gloriosas y sagradas obligaciones) sienta asi mismo que acazo no alcanzaran las debiles exacciones a los Peruanos para asegurar la misma tranquilidad, y fa– cilitar sus ideas: y que por consiguiente se hace indispensable fatigar la imaginacion, y sus haberes, buscando rumbos de arribar al puerto de su propia confianza y satisfaccion; y se supone por ultimo que el anonimo Pensador proyecta de buena fe sobre los adbitrios apunta– ci.os, por mas que advierta pasar su celo hasta las estacadas de nues– tra propia ruina y perdicion. Estas pinceladas que descubren el ani– mo del Cuerpo que informa, se fundan en las razones siguientes. El temor y fermento de discursos sobre nuevos Ympuestos ha si– do el motivo o pretexto de una general sublevacion, que no sabemos si son mas en el dia las Provincias amotinadas, que las que no han perdido su sosiego en este vastisimo Continente. Los papeles sedi– ciosos, los Pasquines, y la misma notoriedad son buenos garantes de lo dicho. · No queremos traer a la memoria, ni aplicar la vista a los incen– dios, a las mortandades, a los sacrilegios, a las desolaciones, y al res– tante numero de infortunios que forman la mas completa catastro– fe de estas Americas: baste decir que todo esto se ha fraguado a la sombra de los gritos: de tyranicas contribuciones, de ladroneras, y de otros mil dicterios de esta naturaleza, y asunto que les ha puesto en los labios un mal montado corazon acia su propia felicidad, y aun se– ria cosa digna de la mas aguda observacion que el incognito Repu– blicano, o los que quieran pensar hoy como él entren en numero de los Declamadores de por vida, o como de oficio propio contra el ex– ceso de Ymposiciones que va citado. En estas circunstancias actualme.nte dominantes, preguntan el Dean y Cabildo de esta Yglesia, si era juicioso, y bien acordado pen– sionar al unico Dios, a la unica Religion, y al unico Soberano q' pro– fesan, ciertamente en su corazon, los vulgos de las Provincias como es su brevaje, sus Ganadillos, y la misera ropilla de que se cubren? Sera justo que en una tan critica situacion se congregue en la mis-

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