La Rebelión de Túpac Amaru La Rebelión continuación

DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU (CONTINUACIÓN) 43 tes, á quienes pasé un oficio para escuchar tambien su dictámen en puntos tan importantes, como de sugetos de instruccion y reconoci– miento á los beneficios que confiesan recibidos de la generosa ma– no de S. M. Propúsele el pensamiento en que me hallaba de salir en busca de los traidores, que aruinaban la provincia de Lampa, con el fin de apartarlos de estas inmediaciones, y embarazar los fomen– tos que podía recibir su rebelion, si reclutaban gentes, juntaban ví– veres y _ganados y violentaban acaso los reales tributos de nuestro Soberano. Paséles como una revista verbal de las armas y tropas milicianas que ya estaban á mis órdenes, y trasladando la conside– racion hácia el servicio de S. M. que resultaba de la empresa, si el cielo se dignase bendecir y secundar mis sanos designios, el benefi– cio púb.lico, y defensa de estas y otras provincias, universalmente se rindieron gustosos á apoyar como importante la determinacion que les había manifestado por via de consulta, para oir los inconvenien– tes que podían estimularme á variarla; y aprovechándome de la bue– na disposicion en que todos se hallaban, y de los deseos en que pro– rrumpian de salir luego á campaña, dí con brevedad las órdenes pa– ra la marcha. 13. En efecto, á pesar de las incomodidades que ofrecía la es– tacion rigorosa de las aguas, egecuté mi partida el dia 7 de Febre– ro, sin detenerme las abundantísimas lluv1as que caian, y que opu– sieron no cortas dificultades y fatigas en el tránsito de los rios, que pasamos al siguiente dia entre los pueblos de Paucarcolla de mi ju– risdicción, y el de Calacoto de la de Lampa. Allí tuve noticia fija de que los indios rebeldes, comisionados de su rey Inca Tupac-Ama– ru, como ellos mismos le llaman, caminaban en trozos ó partidas, haciendo sus correrías, y que la primera se hallaba en las cerca– nias de Saman, Taraco y Pusi, quemando á su entrada las cárceles, matando los españoles, y alistando gentes con violencia, para cum– plir los designios de su infame gefe. A vista de es to , continué mis marchas hasta llegar al rio, que se dice de Juliaca, y mandé que pasase toda la caballeria, con ánimo de sorprenderla : y en esta sa– zon recibí carta del cura de dicho Taraco, en que me aseguraba que los indios se hallaban pasando al dicho lado del rio de Saman: con esta noticia, mandé que pasasen luego 24 fusileros, que incorporé á 62 de caballería, y á su frente marché hácia dichos pueblos. Pero cuando llegué á Saman, que distaba seis leguas, habian ya pasado precipitadamente el rio, con la noticia de que yo estaba en Juliaca. 14. No obstante, sin detenerme, mandé embarcar los pocos sol– dados que llevaba, y á las 2 de la mañana logré acabar de pasar aquel ria caudaloso, y marché en busca de los indios, que á las som- 605253

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