La Rebelión de Túpac Amaru La Rebelión continuación

46 DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU (CONTINUACIÓN) claros para desconfiar de su fidelidad. Hice alto el dia 13 en aque– lla misma cercania de Chingara; y desde allí advertimos que por la cumbre de las montañas venian los indios, formando una division de dos trozos, dirigiéndose el uno de ellos hácia el lugar de las Bal– sas de Juliaca, con el designio, á lo que se deja entender, de apo– derarse de las balsas que allí habia, para cortarme. Conforme á es– to, mandé levantar el campo, y marché dos leguas adentro para aquellas llanuras, deseando con este género de provocacion llamar– los á un encuentro, si intentaban embarazar la retirada que supu– sieron, y me acerqué al pueblo de Coata, donde podia disponer el número de balsas que fuesen necesarias. Mas al continuar nuestra marcha, mandé inclinar parte de mi gente al lugar por donde ba– jaban los indios inmediatos á las Balsas: pero, retrocediendo al ce– rro, y el caporal mandando callar á los demas, razonó con uno de mis soldados, estrañando tragésemos preso a] Pacoricona, siendo tan cristiano como nosotros, intimándoles que al instante se pusiere en libertad, y se les entregase mi persona, para evitar su ruina, que se– ria irremediable de lo contrario. Pagaron unos pocos el atrevimien– to de bajar de su asilo, y siguiendo nuestra idea, hicimos noche el 13 en las llanuras de Ayaguas, manteniéndonos sobre las armas por el cuidado de los enemigos. 18. Al día siguiente 14, se me presentó el cacique de Calaco– to, manifestando una órden del indio Sanca, para alistar la gente de este pueblo, y cortar las balsas sobredichas de Juliaca y Suches, imponiendo la grave pena de muerte al que se opusiese, en nombre de su Inca, Rey y Señor del Perú. Congeturando de aquí que su pensamiento no era otro que el de hurtarme la vuelta, y dejándome atras, atacar esta villa y Chucuito, y pasar por Pacages á la ciudad de la Paz, adelanté mi marcha á las cercanias de Coata, acampé á las orillas del rio, dando antes órden para que se me tragesen con prontitud 25 balsas de Capachica, y me mantuve allí el 15 para .dar descanso á mis tropas, sin omitir la revista de ellas y el conoci– miento de las armas, en que gasté la mayor parte del dia. Pero al siguiente 16, con el deseo de rastrear con mas certeza y claridad la intencion de aquella canalla, mandé pasar 200 hombres, que averi– guasen si efectivamente habian hecho aquellos lo propio para el pueblo de Juliaca, como se habia asegurado. 19. En esta sazon, un indio de aquellas inmediaciones anunció la novedad de ya los enemigos venian marchando sobre nosotros. Creilo al momento, porque ya se empezaban á descubrir por los ce– rros, é hice retroceder los 200 hombres que había destacado. A la mitad del dia habían ya bajado de las montañas, y avanzaban con

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