La Rebelión de Túpac Amaru La Rebelión continuación
DOCUMENTOS DE LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU (CONTINUACIÓN) 883 En esta ocasión yo no fuí preso y escapé de este furor canino que los españoles han mostrado siempre que se han hallado los hombres bajo de sus garras; pero los miembros de mi hermano repartidos en las entradas de la ciudad, el aniquilamiento de una familia inocente e ilustre que había mantenido toda la pureza, sencillez y dulzura de nuestros virtuosos padres y antiguos Incas, por la magnánima reso– lución con que el padre había querido romper las cadenas puestas por la avaricia y el fanatismo , y cuyo peso agrava diariamente el progre– so de la inmoralidad; el horror amargo de ver el orgullo español en triunfo por la comisión de nuevos crímenes; todo esto digo, puso mi alma agonizante en el lugar mismo de mi asilo. La naturaleza, me decía a mí mismo, nos impele hacia la libertad, y la experiencia de los siglos sólo nos mostrará el hombre esclavo. ¡Sus derechos estan– do escritos en su corazón, en la historia estará su humillación! El género humano respeta a Catón y se humilla bajo el yugo del César. La posteridad honra la virtud de Bruto, pero no la permite sino en la historia antigua. Cortés y Pizarra someten una nación vir– tuosa, feliz y rica, asesinando a sus reyes , segando a sus naturales por horrores espantosos, y la Europa toda reconoce esta adquisición por legítima, recibe riquezas ensangrentadas como un bien agradable a su condición; y toda la obra es bendita por un Santo Padre y sus sucesores. Mi hermano mártir de la libertad y de su amor a los hombres pasará por un perverso y su tentativa por un crimen! ¡Con que los siglos y la tierra sólo serán la porción del crimen y la tiranía! ¡La libertad y la virtud pisarán unos instantes solamente sobre algunos puntos de la tierra! ¡Esparta, y el imperio del Perú brillan como re– lámpagos en medio de inmensas tinieblas! ¡Pasarán sus instituciones en boca de los bandidos coronados como bellas teorías y concepcio– nes impracticables! Ciertamente todo me era aflictivo, y entonces las afecciones de la realidad me conducían ir resistiblemente a la deses– peración, mientras ahora los recuerdos son acompañados de positivos con.suelos, y al fin de mi triste carrera veo infalible el reinado de la razón; que el espíritu humano marcha iluminado contra los tronos, que el genio amenaza al despot ismo de muerte, aun cuando parece acariciarlo, y que existe al norte de nuestro hemisferio una nación que habiendo sido esclava como la mía rompió sus cadenas para rea– lizar instituciones que consuelan a la virtud, que aplaude el filósofo y que hacen la emulación del Sud por imitar su verdadera gloria.1 Solamente estas risueñas imágenes pueden permitirme la continua– ción de la cadena de mis padecimientos. 1. Alusión a los Estados Unidos (C.D.V.).
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