La universidad: libro XIV de claustros (1780 -1790)

LIBRO XIV DE CLAUSTROS que juzgaba insulto de una turba villana. Omitamos cote– jos que no pueden bastará producir su idea. El Noble de tiempo immemorial: el Señor del Palacio de Cabo de Ar– meria de Ripodas, que poseen hoy por primogenitura los Marqueses de Andia. Ya lo nombro: Pedro Ximenez de Guirior. Este es el Ynclito, de quien desciende por línea varonil en nueve succesiones, que en su esphera ~on otros tantos discos de lucidas estrellas, el Señor de Villanueva de Longuida, y del Palacio de Cabo de Armeria, de Ymar– coain, Don Carlos de Guirior, digno progenitor de V. E. Apareció ya el Sol, y dexan de lucir aquellos Astros. Quiero decir, que si la fama publica á nuestros oídos la esclarecida extraccion de V.E. y los singulares privilé– gios, con que en las Cortes distingue á su familia el reyno de Navarra: si el esplendor sagrado de esa Cruz, que ha sido en sus victorias el horror, y escarmiento al Mahome– tano, y al herir nuestros ojos, quando decora á V. E. for– ma el blason mas fiel de su linage: si la memoria en fin ·recuerda ·esa serie de ilustres ascendientes, acreedores exáctos de su imitacion, por cuya sangre derivado el ho– nor, ha hallado en V. E. su mas glorioso apoyo, y su fo– mento: la razon, digo, descubre otros principios de mas ilustre tymbre, y de mejor nobleza. Fidelidad, Zelo, y Valor, han sido siempre las prin– cipales gradas del honor. ¿Y quien las há subido con mas reputacion, ni con pasos mas firmes, y gloriosos? ¿Quien sino V. E. hace tantas ventajas á la fé de Fabricio, al zelo de Camilo, y al valor de Mario? 11 Bien dixo Ciceron, ser la Fidelidad el don mas santo del corazon del hombre: numen que en él se oculta: instituto moral de la naturaleza: ley, aunque muda; pero la mas sa– grada, y fundamento principal de la justicia. ¿Qué fueran sin ella las repúblicas? Cesaría entre los hombres el comer– cio; faltaría en todo el orden, y se verian ios reynos sin la civilidad, que los informa, y los sostiene. Ella es la causa de la rectitud, y es el efecto de la probidad: es la fuerza del alma, y aquel peso que nos inclina al bien: es en fin la puntual, y mas exácta observacion de los deberes que imponen los destinos. ¡Y como, si en las otras cumplida, en esta parte se manifiesta singular en V. E.! ¿Quien con mas

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