La universidad: libro XIV de claustros (1780 -1790)

310 CARLOS DANIEL VALCARCEL vigilancia, ni con mayor acierto ha expedido los cargos, ni satisfecho sus obligaciones? ¿Quien ha llenado tanto las Idéas, que pudo proponerse el Monarca en sus Consejos? La misma succesion en los Empleos, y aquel grado mayor, á que se eleva el mérito, persuade eficazmente la integri– dad y exáctitud de los oficios. Inutil es producir argumen– tos, que prueben unos hechos, de quienes hace el panegy– rico el mismo Soberano. El es quien en su Real Rescripto, donde confiere á V. E. este Gobierno, lo recomienda tan sensiblemente, quando dice, haberle merecido V. E. la mas justa satisfaccion, y agrado por su acertada conducta, y desempeño. Mas si ella es igualmente el vínculo sagrado de aque– lla obligacion, que funda la confianza: quanto esta exceda de valor, ha de aumentar la otra de virtud. ¿Y en quien se han visto, como en V. E., mas distinguidas las segurida– des de su fé, ni desempeñadas con mas gloria? Entre es– tas no numero las singulares, que debió V. E. al Gran Maestre de Malta, quando en la escuela de este Príncipe tu· vieron el mas decoroso tyrocinio sus talentos: ni las que tantos generosos Xefes de Marina que con sus nombres dexarán mas célebre á la posteridad aquella historia, hi– cieron de la probidad de V. E. quando en sus comisiones, providencias, designios, y consejos publicaron al mundo, que á la fidelidad de V. E. deben ser manifiestos, y confia– dos los mas ocultos sacramentos del Rey. Estos, que en el caracter de la Magestad llevan impreso el de su heroycidad, refirieran mis labios, si como son gloriosas las confian– zas, fueran ellos disertos. Pero ya ocupa mi expresion Es– paña, que vió copiado con un doble caracter de religiosidad en el destino, y dileccion del pueblo, al virtuoso Nasica, delicias del Romano; quando transportó V. E. á ella el sa– grado depósito de la Serenisima Princeza. Tambien me la previene Génova, que vió igualmente entrar á V. E. en triunfo llevándole de rostro á toda la fortuna, en la Se– ñora Infanta. Teatro fué esta República de las mayores glorias para V. E. En presencia de tres Cortes pareció en– trar en lid el oficio de un vasallo con las recompensas de la Magestad. Tales fueron las demostraciones de satisfac– ción, y complacencia, y tantos los agrados, que dispensa– ron prodigamente al distinguido mérito de V. E. ambas Reales Personas, que ha quedado vinculada su memoria en un exqujsito real anillo, para que sea estímulo á la poste-

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