La universidad: libro XIV de claustros (1780 -1790)

316 CARLOS DANIEL VALCARCEL felicidad que conquistó la ciega obstinacion de sus pasio– nes, docilitó el impetuoso ardor de sus espíritus, y con doble verdad los preservó de los rigores é inclemencias del cielo: reduciendo aquella descarriada humanidad á do– micilios y poblaciones commodas, que erigió en sus prin– cipios y llevó hasta su fin, para que con otra educacion lograse juntamente los demas bienes de la sociedad. Pero, qué necesita la expresion de mi voz una verdad de que la misma Fama es pregonera? Ella publica las ciudades. y pueblos que fundó V. E. en el distrito de Gua– yana, y riberas de la Hacha: las villas, y provincias en las fronteras de Cartagena, y Santa Marta: padrones todos de aquel zelo con que estudió V. E. en esta parte la mayor dominacion del Soberano. ¿Y ella igualmente no nos dice, quanto extendió su autoridad, y la hizo mas respetable en los vasallos que rindió á su Trono? Porque, ¿qué General el mas fiel y esforzado, qué Duques de Alva, y Montemar, qué Conde Gages, qué Marques de la Mina, qué Mariscal de Bervik, ni qué otro alguno de esos famosos Generales que ha te– nido la España, y que la han elevado hasta la cumbre de la gloria, sujetó mas hombres a su Imperio? Yo lo pre– gunto; y la alta moderacion de V. E. intercepta mi voz á la respuesta, en que pudiera presumirle lisonja la verdad. Pero no necesito formar cálculos, para conocer un resto de ventajas que no pueden disputar á V. E. esos Ilustres. En ellos todo el costo del triunfo hace la espada; en V. E. lo facilitan los oficios. Alli el terror obliga al rendi– miento; aquí el alhago lo persuade. Por eso alli es for– zada, quando aquí es voluntaria la obediencia. Alli solo obran los esfuerzos del brazo que anima el corazon pues– tas en movimiento sus pasiones; aqui en tranquilidad de– libera el espíritu, llamadas á consejo la meditacion y la prudencia. Alli es casualidad el vasallage, porque pende la vida de la suerte, y tal vez no cubre la ganancia la pér– dida que se ha hecho; aqui es designio, porque se estudia desarmar la muerte: y tanto es mas seguro el interes, quanto menos se arriesga el principal. En fin alli se vé de xefe que pone en ardimiento las huestes y esquadrones, el azomado Aurelio Caracalla, para quien no hay conquista sin los sangrientos filos del acero; aqui por el contrario, el cl~mente, el afable, el piadoso, el benigno, el Antonino

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